En tres retazos

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20081104

Ni expañol, ni ezpañol, ni antiespañol


Publicado el 9 de septiembre de 2008


Dengues de señorita clorótica. Puerto de arrebatacapas. Frotarse los élitros. Qué, ¿pone o no pone? Sí. Confieso que he leído con destornillador, sin vodka y sin naranja. Y me ha dado, cosas de estar ya de vuelta de la izquierda y jodido con la derecha, por echarme a cuestas a don Fernando.

Ay, Fernando, Fernandito, ¡pájaro, que estás hecho un pájaro! Sánchez Dragó, cuánta razón tienes. Si habla mal de España, es español, es el título de tu libro. Dado sea por válido siempre y cuando te apliques a ti, el primero, semejante acusación. Por mucho in dubio pro reo que le quieras echar, y de paso me largo unos latinajos de los que te gustan: descenso ad inferos, pro doma sua, nomen est omen.

Y el caso es que sí, te lo aplicas.

... Porque bien sabes que en esta nación de pendejos meritófobos (aristofobia, dices tú), escribir navajazos intelectuales como los que perpetras en nombre de la inteligencia supone que, automática e indefectiblemente, te pongan en la picota.

Chafarrinones. Bicho semoviente. Refitolero restaurantón. Habrá quien diga, don Fernando, que escribes de forma diccionarial, esto es, buscando bichos raros en el manual del sr. Seco (otro don), y buscándoles sentido a posteriori. Pues quizá. Pero da gusto zambullirse en tu "diccionarismo": el cerebro aprende y cultiva; afición ésta que el deporte nacional por antonomasia, la envidia, el arresto y paseíllo a los intelectos críticos, suele echar por tierra.

Confesémoslo. Los españoles somos rastreros. Garrapatas del orden. Despreciativos con el derecho, pero inamovibles en las exigencias. Bichejos de la convivencia, pero artífices de la hipocresía social. Zumbones. Mareantes y maleantes. Españoles, sí, ergo guerracivilistas, fratricidas y egoistones, quieroynopuedos perpetuos. Todo eso lo sabes ver, Fernandito, pájaro, y como estás más camino de la tumba que de la gloria, te puedes permitir pensarlo. Y escribirlo.

Fíjate si seremos raros los españolitos, que entre todos hemos conseguido que tu libro vaya ya por la quinta edición (la mía), o quizá la sexta. Que no está mal, ¿verdad? Si es que encima nos gusta que nos den caña, que nos muestren las vergüenzas, y que los cuatro sin hiel y sin escrúpulos que en toda encomienda pululan te cuelguen en el palo mayor, en porreta y en plaza pública, para que el 99 por ciento restante, cobardes sin reparo ni reparación posible, aplaudamos con las orejas, con el chichi o con los huevos de avestruz que gastamos por cojonera. Moscas, que somos como moscas.

Derecha clorótica. Jóvenes ignaros. Curas del aretino, mujeres de Bocaccio. ¿Lo ves? ¿Lo estás viendo? Ni siquiera tú puedes evitarlo. Caer en el insulto, en el dedo inquisitorial, en el juego floral del emputecimiento patrio. Ni expañol, ni antiespañol, ni ezpañol: tú eres español de pura cepa, de raigambre castiza, de asilvestramiento verbal, incondicional ejemplo de ética inverosímil y atenuada. Por mucho que te reviente que te lo recuerden. Has de cargar con ello. Sólo que tienes una categoría de escándalo. Y mi menda, imitatis imitandi, trata de emularte. Más tengo yo que perder. Tanto a mi favor.

Por lo demás, me asquea tanto mi país como a ti, esquéletico como está de memoria y de conciencia, poblado y repoblado por nobles obreros, obreros fachas, fachas carcamales y carcamales hideputa que se han pasado media vida maltratando a sus hijos y su mujer. Lleno de mujeres que imitan a los hombres invocando el feminismo, lleno de ismos con los que propios y extraños se entrecruzan venganzas del pasado, lleno de un pasado inconcluso y vergonzante, lleno de un futuro de arrebolada desesperación por ser más pícaro, más ignorante y más quebrantahuesos que lo que ya, por desgracia, hoy día nos gastamos.

Niñas zanguangas. Visaje filosófico. Dioses lares, manes y petates. Así es tu apasionado, encabalgado y dentelleante perfil de tu país, al que, justo por ello perteneces de forma radical; no por derecho de suelo, ni de sangre, ni de gentes, sino por la agresividad conceptual, ingrata, rencorosa y explícita, con la que buscas, otra vez, otro Gólgota, una crucifixión de tus compatriotas. Una vez se sobrevive a la primera, el resto son solazares de perfil nietzschano. Es más, estoy pensando en enviarte estas líneas; sólo, huelga insistir en ello, para que me pongas a caldo. Si no, es trampa. Y así no juego.

He vuelto de vacaciones. Y con la sana intención, aunque adivino que arriesgada, de no pedir perdón a nadie. Aunque sólo sea porque yo voy primero, y estoy extenuado de ceder el turno a quien no se lo merece.

4 comentarios:

  1. Pues fíjate que todo lo que se me ocurre a mi para tildar al Dragó es pesado y capullo...

    Debe ser que no soy lo bastante buen español.

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  2. jajaja, eso te pasa por republicano. Qué gustazo verte por el blog.

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  3. Pero qué cosas dices, hijo mío.
    Recuerda que estamos en Albacete, ciudad del viento, de los buenos aires y los mejores humores.
    Con premisas como éstas, mejor trabajar, callar y asomarse por la cortinilla.

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  4. Pues que nadie te oiga, bob, que nadie te oiga. O a saber la altura del palo que eligen para lincharte. Ay...

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