En tres retazos

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Adios, Madrid

20081202

El perfume de Guevara y el temple de Saint-Exupéry

La locura no se cura, me dijo tiempo ha un conocido. La locura de la actividad que engancha, de la vocación, de la pasión con la que uno se vuelca en su quehacer. Mi primer recuerdo de la locura albaceteña es la del relator especial de vivienda para la ONU, Miloon Kothari, de visita en España el 1 de diciembre de 2006. Venía a avisarnos de que se nos acababa la fiesta, pero le llamaron de todo: agorero, catastrofista, antisocial. En fin. Servidor le dedicó unas líneas bajo el título Tú calla y sigue limpiando.



Unos días después UGT y Feda enloquecían y se descolgaban de la unidad de acción sindical y dejaban a CCOO fuera de un acuerdo para los trabajadores del Comercio, que se saltaba las normas básicas de cualquier convenio colectivo. Ambas centrales tenían razón: unos, porque era cierto que aquello era una puñalada trapera por la espalda; otros, porque siempre es mejor algo que nada. Y no están nunca los tiempos, ni los boyantes de ayer ni los del batacazo de hoy, como para buscarle las cosquillas a la patronal.

Al poco, la locura tomó forma de comicios municipales y autonómicos...

Carreras pasadas las once de la noche porque a los socialistas de encuestas triunfales se les había caído el concejal número 14 cuando el recuento alcanzó, ojo, el 99,52 por ciento. Nunca, creo, en la coja historia democrática de España tan pocos votos decidieron tanto: dar alas al único asiento de la “verdadera izquierda”, cuyo voto resultaría fundamental en todas las decisiones de futuro, desde los aparcamientos subterráneos hasta el desarrollo sostenible. ¿Es o no es para volverse locos?

Pues no se cura. Cuatro asociaciones de vecinos decidieron que ya estaba bien de hacer de la fuerza de todos un punto de apoyo, y se declararon república independiente de la Fava de Ikea Hurtado. Llevaban el billete de ida y vuelta, pero en el momento de la bravata no lo sabían. El cisma fue sólo un susto. Andando el tiempo, resulta que no sólo no hay ruptura, sino que los vecinos piensan ya en una federación de carácter provincial. A eso le llamo yo conjurar los malos espíritus con acierto y decisión.

Para diabluras, las de la firma Aquadeus, filial de una cárnica murciana de ingente tamaño, que lleva años viendo en el río Arquillo la gallina de los huevos de oro. De un caudalímetro permitido de 9 litros por segundo a secar una fuente de la que manaba, cuentan vecinos de mirada noble y palabra sensata, 11 veces más agua. Una de esas historias que en la profundidad manchega se paga con amenazas veladas e intentos de descrédito informativo. Es para perder la cabeza.

Como lo es, también, que justo antes del petardazo inmobiliario, y cuando ya todos nos olisqueábamos que había que volver al palo y tente tieso, la CCM presentara las mejores cuentas de toda su historia. Pero el caso es que sí, que echabas números y era para quitarse el sombrero. Voilà!

Todo se acelera, para enloquecernos aún más. El flamante presidente de las Cortes se postula como nuevo secretario provincial del PSOE, y lo logra. Mientras Pardo luce y el Dow Jones se resquebraja, un juez de la inmensa talla moral de Juan Gelmán recuerda en Toledo que las pasó putas por querer enchironar al senador Augusto Pinochet. Y, por si no teníamos bastante, Urbanismo echó a patadas a quienes quisieron llegar “Bienvenidos” a la carretera de Jaén.

Pedro Ángel Rubio Lara se hizo con la jefatura de la Policía Local, aunque su estancia al frente duró menos de lo que cabía esperar, porque Angelina Martínez se lo llevó a la flamante Consejería de Justicia y Protección Ciudadana; y, antes de decir amén, Barreda remodeló el Gobierno, dijo, y dijo el Ejecutivo, para dar ejemplo ante la crisis. Aunque para remodelaciones, ninguna como la de Castell. Tú a Boston y yo a California. Carmen Oliver tomó las riendas de Harvar para construir el “futuro inteligente”. A fe mía que no sé si es futuro ni inteligente, pero que bien vale la pena seguir su política, muy diferente a la que nos tienen acostumbrados las y los mandamases. Su acción lleva el perfume de Ernesto Guevara y el temple de Saint-Exupéry. Conviene no perdérselo.

Mientras tanto, los ganaderos se paseaban con más vacas flacas que nunca. Era un ganado perdido, y perdonen el juego de palabras. Tiempos de locura en los que los guardias civiles de Agustín Clemente han logrado para sí muchos más derechos de los que podrían haber imaginar. O, por ser pulcro con el lenguaje, que no se estila, de los que habrían imaginado conquistar.

Y todo lo que les cuento, y lo que no les cuento porque no cabe, pasó en sólo dos años. Oigan, yo no me curo, y firmo por otros dos. Siempre que ustedes quieran... e incluso si no quisieran. Salud.

3 comentarios:

  1. y los jueces de casi huelga... y yo con estos pelos...

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  2. La censura está inmersa en nosotros mismos.
    La censura y el miedo.
    Mea culpa, primera persona...

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