En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

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Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20080617

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Pan y dignidad

Yo diría que nos hemos vuelto tarumbas. Una vez más. Allá cada cual, que es mayorcito y sabe lo que se hace, pero la psicosis colectiva en las gasolineras, alimentada además por la mala leche de la especulación con el petrodólar, es de juzgado de guardia. Ya nos vale, camaradas. Estamos dejando el sentido común, y juro que no pretendo hacer una rima fácil, a la altura del betún.



Hablando de sustancias que arden, mi menda prefiere encenderse por el jetamen que le echan los ministros de Trabajo europeos. O quienes les mandan, que son quienes les ponen la pasta vía comisiones y luego se rajan en brazos de papá Estado cuando las vacas flaquean un pelín (basta con que bajen del 30% de incremento del beneficio anual para que se echen a temblar, animalicos).

Visto que la vieja Europa no tiene ni la más mínima idea sobre cómo competir vía I+D+i, se han decidido a legitimar la vieja práctica de las horas extraordinarias. Leña al mono. Estudian si se amplía o no a 65 horas semanales el máximo de jornada laboral. Y en esta España de berzotas podemos darnos, ¡¡por una vez!!, con un canto en los dientes. Damas y caballeros, encabezamos la oposición a semejante dislate de la legislación laboral. Eso sí, también somos líderes en sudores no reconocidos, con lo cual no sé yo qué es mejor.

Ése es el debate: que se ponga luz y taquígrafos sobre una costumbre que es moneda de cambio habitual, o que se impida a toda costa dar carta de naturaleza a algo que per se es una perversión de las normas de juego que estableció el socialismo democrático para el Welfare State. Ni les cuento cómo le afecta esto al gremio informativo. Y al de los taxistas. Y al de los hosteleros. Y al del comercio. En fin, a cuál no en la España de colmillo retorcido y productividad a base de agachar el lomo.

Me parece digno de consideración, loable incluso, que cierto sector de la política se plantee barnizar de seguridad jurídica las dos situaciones por antonomasia de las horas extraordinarias, a saber: uno, la sobreexplotación en una o varias empresas, sin remuneración o con pagos en especies; dos, la disposición a título particular de más tareas, bien por capacidad profesional (caso de tantos leguleyos, escritores y demás semiburguesía liberal), bien por necesidad puramente fiduciaria (caso de los mileuristas, ochocientoseuristas o seiscientoseuristas, victoria española por goleada). Ahora bien, esa dotación de garantía jurídica no puede esconder, precisamente, las múltiples perversiones que se han tenido que dar la mano para llegar a esta situación límite: escaso margen de autocorrección del mercado, que además en el terreno laboral no goza precisamente de la misma libertad que en el financiero o el comercial (véase las limitaciones nacional-retrógradas a la mano de obra inmigrante); abuso de los incrementos en los márgenes de beneficios por vía de la contención salarial a perpetuidad; escasa adaptación de las estructuras productivas a soluciones de futuro; e incapacidad por parte de las instituciones continentales para recuperar las esencias de la Europa surgida del pacto social.

Hemos llegado al siglo XXI y sólo nos ha servido para que, de dicho pacto, no queden ni los guisantes. No. Aquí ya no hay pacto que valga, sólo la dentellada pura y dura. Hender el colmillo en el trozo más grande posible del pastel, y hacerlo sin mirar al vecino de al lado, que tiene el mismo miedo que cualquiera a quedarse sin manduca; y sin concesiones al que tiene menos capacidad adquisitiva y laboral, que ése tiene aún más hambre y por descontado resulta peligroso.

De ahí que, encima, esta Europa fofa y aburrida suelte un dineral en directivas de seguridad: para frenar al paria, al indigente, al indocumentado, al que no se conforma con morirse de hambre allí donde los recursos son esquilmados por nuestros amigos del otro lado del Atlántico, con la complicidad silenciosa de sus colegas, que somos nosotros. Matones made in USA y justificadores fait a l’Europe, contra los Muhammad y los Moustafa del barrio vecino pero pobre. Así nos va. Qué lástima. Qué vergüenza.

Miedo. Tanto miedo tenemos que, al final, puestos a dejar que cualquier mindundi con cartera ministerial pisotee los derechos conquistados con la sangre de nuestros bisabuelos, corremos a la gasolinera de la vuelta de la esquina, por si mañana no llega el camión cisterna. Qué más da si mañana alguien no llega al hospital porque, maldita sea, tenía otros quehaceres “el-día-de-llenar-su-depósito”. Ése no es mi problema, pensamos todos en comitiva, mientras rumiamos aquello de “estos machos cabríos, con lo que ganan, y nos cobran el gasóleo a precio de oro”.

Es que está a precio de oro, queridos, igual que los cereales. Igual que los derechos, que también son ya carne de especulador. Igual que la libertad. Y más caro que se pondrá el pan, y la dignidad, mientras no se nos quite el pavo de encima.

Publicado el 10 de junio. Página 5.

20080607

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Irak de medio pelo

O sea, que mintieron. Por mucho que lo quieran disfrazar de verdad a medias, o de exageraciones, o de milonga necesaria para la seguridad, mintieron. Cuatro años después, el Comité de Inteligencia del Senado de EEUU ha determinado que las autoridades de su país potenciaron la invasión de Irak, y para ello “presentaron una imagen a los estadounidenses sabiendo que es equivocada”.



Alguien tenía que dar de comer a Hallyburton y a todos los monstruos de los mejores amigos de sus amigos, y nada mejor que montarse un escarceo repleto de ardor guerrero en donde Cristo perdió el mechero. Es decir, por Bagdad.

A fin de cuentas, todo eran ventajas: una opinión pública anestesiada por el 11-S; un Sadam al que ya se le había tomado el pulso doce años antes; una comunidad internacional que, allende el excomunismo, y aquende el clientelismo, le iba a lamer la punta del zapato; y una superioridad bélica que potencia alguna ha conocido jamás. Guerra teledirigida y con prensa embedded, para asegurar que nadie da una versión discordante. Aunque se llame José Couso.

Lo curioso es que la demostración de la evidencia de ese atentado contra la legalidad internacional, no hace sino anotar un tanto a favor del mismo país que promocionó la masacre iraquí. Capaz de una guerra ilegal, pero también de poner sobre el tapete la manipulación sistemática para que la sociedad estadounidense se pusiera de parte del terror. Y, junto a ella, los gobiernos títeres de una coalición internacional sin parangón: España, Inglaterra, las repúblicas ex soviéticas y unos cuantos gobiernos sin peso en el orden político mundial. Pero supercolegas de los herederos de los invasores de Hanoi, Managua, Ciudad de Panamá, Kabul, Playa Girón, etc.

Que me vengan ahora los minisTrillos de turno, de turno de oficio, a recordarme los “beneficios” que iba a reportar aquella contienda. La dimensión internacional de España, el fortalecimiento de la democracia en los países árabes, la seguridad internacional y la guerra contra el terrorismo. Me horrorizaba entonces, y ahora me asquea, mucho más allá de la náusea. ¿No hay juicio para estos analfabetos de los valores humanos? ¿No hay juicio para estos sátrapas disfrazados de corderos humanitarios? ¿Para estos simpatizantes del horror gratuito? ¿Para estos esbirros que se persignan por la vida y la familia, y se pasan por el forro los derechos humanos de los parias? Para esta gentuza, ¿no hay juicio? ¿No cometieron perjurio y patrocinio del delito?

(Quiere la casualidad que anteayer deshice una caja con ropa medio olvidada. En mitad de las prendas amontonadas, di con una vieja camiseta elaborada por Médicos del Mundo, con el lema que un 15 de febrero de 2003 recorrió millones de gargantas: “No a la guerra”. Los de siempre, los esquiroles del derecho, nos tildaron entonces de bambis. Repetidlo ahora, si podéis. Sinvergüenzas.)


Publicado en Página 3. Sábado 7 de junio

20080602

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Brecht siempre llama dos veces

Primero fueron a por los inocentes, pero como él no era inocente, no le importó. Así que, puestos a elegir, chulería texana a un lado, e inviernos en páramos árabes con cobijos derruidos al otro, el Registrador de la Propiedad en funciones atajó por la mitad de la vereda. Y santiguó los pezuños encima de la mesa de su, entonces, líder cósmico. No vaya a ser que, por un ataque de humanitarismo a deshora, Chema me saque de la foto por haberle mentado la madre de Sadam. Que el año que viene, corría entonces el aguerrido 2003, el señor de la Botella elige sucesor imperial, y bastante mili llevo como para matar ahora moscas a cañonazos.



Por mí, como si los bombardean. Dicho y hecho, eso fue lo que pasó, querido, que los bombardearon. Y cayeron como chinches. Todo, dijeron, por un petróleo barato. Me mondo: a 130 pavos el Brent, y subiendo. Todo, por llevar la democracia a ese gran país de Oriente Medio. Me remondo: 30.000 bajas militares estimadas, y 40 veces más en muertes civiles. Atención: cuarenta. Es decir, la barbaridad de los 30.000 militares, repetido 40 veces.

Nasti. Luego fueron a por el amaño electoral, pero como él ya estaba amañado, no le importó. La obstinación de eso que mal llamamos islamismo, o yihaddismo, o salafismo, se había cebado una mala mañana de jueves con casi doscientos operarios. Vidas que acostumbran a aplazar, esconder o simular letras de pago, subsumidos en la miseria del ladrillo que los perros de presa de la especulación llevaban haciendo funcionar siete años. Y, ante esos doscientos silencios, no tuvieron más ocurrencia que ladrar los tres vocablos que, pensaron, les darían el Olimpo de San Jerónimo a perpetuidad: ha sido ETA, ha sido ETA, ha sido ETA.

Tanto se creyeron su cantinela, que no tuvieron reparo en alimentarlo, con todo tipo de retruécanos verbales y alguna que otra alimaña argumental, durante los meses y años venideros. Ha sido ETA; ha sido ETA casi todo; ha sido ETA más de lo que se piensa; ha sido ETA por lo menos la mitad; ha sido ETA fijo en algo; ha sido ETA o habría querido serlo; ha sido ETA porque me sale de los Losantos; ha sido ETA por los Ramírez de El Mundo entero. Y sepan ustedes que policías, guardias civiles, jueces, fiscales, periodistas sin bandera y todos los demás tordos son unos bobos que no se pispan.

Nones. Luego fueron a capitalizar a las víctimas del terrorismo, pero como él tenía capital suficiente (eso creía), tampoco le importó. Perpetraron un desvarío intelectual sin parangón en la historia de la lucha antiterrorista. Hicieron creer a la sociedad que las más de 800 víctimas de esas pulgas infectas que apuntan desde las instituciones, o que aprietan el gatillo en una mala esquina de cualquier preciosa localidad euskalduna, o el botón deflagrador ante cualquier cochambrosa casa cuartel de la Benemérita... que esas víctimas, como decíamos ayer, habían muerto por algo. Y que se les estaba “traicionando”. Por la espalda.

En mala hora alimentaron semejante dislate. Ése es el drama, damas y caballeros: que las 800 y pico víctimas del terrorismo etarra habían muerto, han muerto, precisamente, por nada. Qué más quisiera la inmundicia que tener una causa por la que haber matado. Murieron por nada: no son héroes, no son caídos; no repelieron un ataque, sólo los sufrieron. Por eso son víctimas. Porque de haber sido mártires, Alcaraz no habría presidido la AVT, sino la AMT. Con M de mártires; no con V de Víctimas... y de Vendetta, que es el camino por el que las pasiones encendidas del mejunje patriotero-victimario suelen conducir a las sociedades cegadas por el rencor.

Después fueron a por los medios de comunicación, pero como él no era un comunicador, tampoco lo importó. Así, se consintió que al carca Buruaga lo sustituyera el ultra Urdaci, tan tocado por los ce-ce-o-o que acabó de humorista de tercera fila junto a un crack como Ángel Llácer. Se consintió que en Telemadrid, doña Esperanza le pasara la mano por encima del hombro a profesionales con 25 años de experiencia: no me tratas como quiero, majete, así que tú mismo, pero déjate el sueño infantil de la independencia informativa. Y la de sangre azul por vía matriominal acabó ensartarndo varas rectales en los medios: plumas de plomo que, dicen, ahora andan junto a los primeros desengañados, endilgándole también las cuarenta a la lideresa madrileña. Pocos son los llamados a sobrevivir. Por muy de COPEte que se pongan.

Y, de pronto, los unos, los otros y los de más allá, decidieron que Rajoy no les servía. Fueron a por él... y, entonces, ya era demasiado tarde.


Publicado el 3 de junio. Página 5