Tomo el ejemplo del sr. Bolaños para hablar, cinco años después, del 11 de marzo. Y me permito hacerlo con una licencia literaria, con un texto poético al margen de los que suelen acudir a este blog, pero que también forma parte de mis esencias. De hecho, el título, Al mismo que me condena, es el verso 73 de La canción del Pirata, de José de Espronceda. Fue escrito tras las jornadas de ultraje ciudadano que siguieron al atentado, con todo un Gobierno centrado en profanar la verdad, escarnecer a la memoria y socavar los cimientos de la convivencia. Por eso perdieron, no por las bombas.
Primera llamada de estupor y sin palabras
trueque de espantos y consecuencias
viaje horrorizado a la villa del dolor
escalera incombustible de difuntos
200 silencios matan el silencio
dudas razonables repugnantes
quiebra de horarios y rutinas
imposible contención del exabrupto
hora final de bella ciudad durmiente
200 silencios matan el silencio
sentencia de muerte en los rincones encantados
almuerzo de sangre y de metralla
pase de realidad en la sesión de tarde
trazado vital involuntario hacia las vías
200 silencios matan el silencio...
grueso caminar necesario y consternado
incorrección en la entrevista generosa
edición especial de rotativos y lamentos
voluntad improbable de humor y fortaleza
200 silencios matan el silencio
discusión sobre mentiras y derechos
convicción de ejercitar las libertades
desahucio de las camas solitarias
guiños de dulzura por la supervivencia
200 silencios matan el silencio
once de marzo de dos mil cuatro
tus manos abiertas con las mías al futuro
guardemos la memoria de estas horas
o los rencores ganarán esta partida
que el silencio no mate 200 silencios.
Y pensar que algunos quisieron comprar el silencio con mentiras... Hermoso post.
ResponderEliminarFue tremendo un recital que di, unas semanas más tarde, en el que el público participaba repitiendo lo de "200 silencios matan el silencio", ahí es donde se sentía el verdadero impacto de aquellas mentiras, y de aquella compra que no funcionó.
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