En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

Facebook / Twitter

Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20090420

Los dinosaurios van a desaparecer

Ahora que las cuencas del Segura tienen un porcentaje superior a los embalses de Entrepeñas y Buendía, creo que es buen momento para regresar a la Expo Zaragoza 2008, donde tuve el privilegio de acudir como corresponsal en el Día de Castilla-La Mancha. Privilegio doble, por ser el único informador de Albacete elegido para la tarea. No lo hago sólo por el debate del Trasvase. También por las perlas que quise dejar sobre control y cintura periodística, y porque, me cuentan todavía hoy, algunos compañeros del gremio no me perdonan ciertas maniobras para tratar de sacarlo de su ostracismo, mostrando incluso las vergüenzas de la profesión. No es requisito imprescindible para entender el texto tener cierto CI, sólo saber leer entre líneas. Publicado el 24 de junio de 2008 en página 5.


O eso canta Charly García. No se engañen, mas tampoco se dejen engañar. Que mientras lo primero es por obra y gracia de uno mismo con su mecanismo, en lo segundo suelen aplicarse, a partes iguales, la falta de información y la pobreza de espíritu. Dicho en un castellano más rústico, para engañarse sólo hace falta querer hacer el bobo; para dejarse engañar, se tienen que dar la mano el no tener ni repajolera idea y aceptar datos falaces.

Viene lo anterior a cuento de la celebración, mañana, del Día de la Región en la Expo Zaragoza; la del agua, esa cuestión en la que mancheguicos y murcianicos se ven (nos vemos, si me permiten), como con escorzo, de soslayo y con cara de malas pulgas. También viene a cuento de la caravana que la Junta de Comunidades ha organizado, para que unos cuantos informadores les contemos la muy apretada agenda de nuestros líderes sociales, económicos y políticos. Y, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, traernos alguna crónica refrescante sobre cómo se las gastan los mañicos en el fabuloso recinto que se han montado.

Las neuronas, que son así de puñeteras ellas, me han hecho conectar la caravana con aquella práctica extinguida de los fondos de reptiles...
Antes de que nadie se me asuste, dejo por escrito que aquí no hay fondo de saurópsidos de tipo alguno: cocodrilos, serpientes, tortugas, lagartos o tuátaras caen fuera del diseño y organización de esta comitiva. Así que conexión fortuita la de mis neuronas, por encima de cualquier especulación o sobreentendido. Dicho quede.

Llámabase fondo de reptiles a las partidas de los ministerios para que la prensa informase a favor de tal o cual política; y por extensión, a todos los dineros que disponen entidades públicas o privadas para convertir en lacayo al periodista y en cliente al lector. Son muchas y muy variadas las relaciones que los poderes del Estado y el capital privado han mantenido con el mal llamado “cuarto poder” a lo largo de la historia de la prensa: juglares pagados, rotativas sobornadas por mecenas, prensas oficiales del régimen de turno, el propio fondo de reptiles, editoriales ligadas a think tanks o bunkers de pensamiento, etc.

Así, hasta llegar a nuestros días, en los que básicamente la situación se resume en: cada cual es libre de disponer la información como guste, y de asumir los riesgos correspondientes. Se trata de jugar a ser adultos: a mayor independencia económica, mayor capacidad para arrear con verdades incómodas, desde dos concejales ausentes en un debate municipal hasta un gobernante que no da la cara en una catástrofe natural. It’s not my business, no es mi negocio, usted sabrá.

Les decía al principio que no se engañen. Prensa sin presiones externas, tal cual, no la hay. Pero hay alguna que es lo suficientemente libre como para que en sus páginas se pueda hablar de ello. Y les decía también que no se dejen engañar. Cuando alguien les miente la bicha del control mediático, los pagos a los servicios prestados, los favores, los fondos de reptiles o el titiritero “televisión manipulación”, miéntenles ustedes a la madre que le parió. Con perdón de la mujer.

Comerciales, médicos, viajantes, fontaneros, ingenieros, químicos, constructores… Todos ellos son sometidos a las “tentaciones del desierto”, en formato de viajes, congresos o regalos, que algunos (no todos, no en el caso de la Expo), ponen en marcha para que los otros vendan, receten, comercien, apañen, diseñen, formulen o edifiquen ateniéndose a ciertas prebendas. Quienes aceptan llevan una vida más sencilla, hasta que se dan de bruces en el suelo. ¿Les suena Estepona? Pues casi. Decía el desaparecido y siempre recordado genio Haro Tecglen que los “reptiles” dan “dinero de los impuestos, que sirve para que quien los paga siga dándolos a favor de quien le roba”. Y eso se acaba sabiendo. Siempre. Estado de Derecho y esas vainas, ya saben.

Pues ídem. Tengan por cuenta que cuanto escuchen estos días sobre la gestión del agua obedecerá a unos u otros intereses. Pero, también, que ustedes tendrán dónde elegir para ser informados. Esa es la grandeza de este asunto, desde los Baños de Ola de Santander hasta las semifinales de la Eurocopa en Viena; a ello dedican no pocas horas, con más o menos acierto, con más o menos servilismo, con más o menos inteligencia, miles de periodistas en el mundo, y decenas en esta capital.

Y en el peor de los casos, piensen en Larra: “Tan comedido como con los teatros, he de ser poco más o menos con todas las demás cosas. Ni pudiera ser de otra suerte: en política sobre todo, y en puntos que atañen al gobierno, ¿qué pudiera hacer un periodista sino alabar?”. Les aseguro que, 175 años después, estamos mejor. Mucho mejor.

0 alegatos:

Publicar un comentario