En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

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Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
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La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20090527

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Blog al ralentí

Hace un mes que no paso por el blog. Simplemente esta nota para explicar que el proyecto beta Confidencialba, y su refuerzo en Twitter, me están ocupando todo el tiempo. Saludos.

20090508

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Presumiendo de gónadas

Publicado por Rafael Retuerta en Confidencialba


Recuerden los cientos de visionados cinematográficos en los que aparecen graciosos y ocurrentes gringos, afroamericanos los más, formando tropas en los Marines y canturreando. Pongan la tonadilla, e intenten cantar en inglés: “Hitler has only got one ball / Göring has two but very small / Himmler has something sim'lar / But poor old Goebbels has no balls at all”. La estrofa es real, de allá cuando el desembarco de Normandía. Habla de cuatro jinetes del apocalipsis nazi. Y de sus gónadas. De ellos, sólo nos interesa este último, Goebbels. Por maestro de cuanto acontece en Castilla-La Mancha.

Al ministro de la propaganda de la Alemania más ignominiosa de la Historia se le atribuyen citas tan maquiavélicas, con permiso de don Nicolás, como las siguientes: “una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”, “más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil” o “miente, miente, miente que algo quedará, mientras más grande sea una mentira más gente la creerá”. ¿Por qué nos mienten nuestros políticos? Los nuestros de verdad, los de esta tierra. ¿Qué extraños, poderosos, ocultos motivos les llevan a ello? Con la debida distancia, pues no se les puede achacar ideología extrema ni deseos genocidas, ¿por qué se empeñan en apellidarse Goebbels en lugar de, es un decir, Barreda o Cospedal?

Porque es matemáticamente cierto que uno de los dos (sino los dos), con sus correspondientes asesores, correveidiles, altos cargos, mandos medios y medio mandos (no son lo mismo), nos mienten. Lo hacen como la sequía de Panchito Pantanos alias Franco, con pertinacia. Y como el que fue sonado despido de Julia Otero en la radio, con agostidad y alevosía, dijo ella; con aeronáutica y terrenos, decimos en Castilla-La Mancha. Cuando a un lado se afirma sin tapujos que no hay pelotazo en el entorno del Aeropuerto de Ciudad Real, y cuando desde el otro lado se insiste en que sí lo hay, incluso con menos tapujos, no hay escapatoria: de las dos versiones, una es mentira.

Resuélvelo, Lewis Carrol, resuélvelo si puedes. Los dos guradianes dicen que ellos siempre dicen la verdad, y que el otro es el que miente. Así las cosas, es taxativamente imposible que los dos estén en lo cierto. Es una mentira del tipo embarazo: no se puede estar un poquito o un mucho preñada, se está o no se está. No cabe el justiprecio, el término medio, la virtud aristotélica. Aquí Parménides gana la batalla a Heráclito: A es A y jamás podrá ser B.

Ayer mismo el director general de CR Aeropuertos, Escolástico González, anunciaba su deseo de mantener un encuentro con los administradores del Banco de España y con los nuevos directivos de Caja Castilla-La Mancha. Quizá peca por exceso en el deseo y en el reconocimiento a los nuevos hombres fuertes de CCM, pues es de todos sabido (¿o no lo es, con transparencia, luz y taquígrafos?), que todos los ex consejeros insisten en que esa boca es suya. Que quieren volver a comer de ella.

Dice González que su decisión es a raíz de las informaciones “falsas” hablando de pelotazos. Que eso hace mucho daño a los futuros clientes, proveedores e inversores. Que debido a la prensa hay “inseguridad jurídica”. Pues no. Imagínese lo contrario, sostener que debido a los jueces hay “silencios informativos”. Lo informativo es lo informativo y lo jurídico lo jurídico, señor mío, al menos mientras nos creamos que vivimos en un Estado de Derecho. Si no nos lo creemos, a otra cosa, pero sin máscaras.

La queja de Escolástico no tendría pega si no fuera porque, precisamente, hablando de lo periodístico y lo leguleyo, la Constitución consagra límites precisos a la libertad de información. Uno de ellos, mira por dónde, es que no transmita falsedades. Ergo, si tan falsas son y tanto daño hacen, su obligación democrática es denunciar al medio. Pero en los tribunales, no ante los micrófonos de otra prensa, esta más al sur, más habituada a sobrevivir que a vivir de su oficio.

Coincidencias de la vida, el director general contó con la compañía del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en las Cortes, Santiago Moreno. —Hombre, cómo tú por aquí. —Ya ves, vengo a hablar de lo mío. —Ah, pues mira, ya si eso voy contigo que tengo un ratillo. Extraña que un partido de gobierno demande la necesidad de una inversión privada como el aeropuerto para relanzar la economía regional, y que tamaño proyecto necesite además el respaldo, o cuanto menos el calor, de una de sus figuras más destacadas. Valorado en el intento de primeras nupcias con los árabes en 4.000 millones de euros, lo suyo es que los mandamases del aeropuerto se valieran ellos solos para salir de apuros y añagazas informativas. Pero se ve que no. Stupefacente, ma vero.

A la cuestión en liza introduce matices de preocupación un hecho, contrastable y mesurable. De las mentiras de unos, si lo fueran, nos enteramos por la prensa “extranjera”; esas cabeceras sediciosas que se editan en Madrid o en Barcelona, y que obedecen siempre a las consignas de una tal María Dolores; no importa si una de esas cabeceras tiene su sede en Miguel Yuste y ha sido considerada tradicional portavoz de los intereses del puño y la rosa. Fíate, que con la crisis cualquiera se cambia de chaqueta.

En cambio, de las mentiras de los otros, si las hubiere, contamos con resúmenes, dossieres, informes, ruedas de prensa sin preguntas y entrevistas de perfil bajo en nuestro querido papel, en nuestras queridas ondas, en nuestras queridas pantallas. Válgame el Altísimo, coincide que muchos de sus propietarios y editores son empresarios de indubitada fama y reconocido prestigio, ligados aunque sin culpabilidad probada a esas presuntas corruptelas (apenas 3.000 millones de euros, dicen en el “extranjero”), que hablan de cajas intervenidas, aeropuertos sin productividad y otros sinsabores que al ciudadano de a pie, en definitiva, sería mejor que le importaran un rábano. ¿Acaso preocuparse le va a ayudar a llevar a los críos al colegio, soportar al ingrato de su jefe, quitarse esos kilillos de más y dejar el feo vicio de fumar? Pues eso. Usted a lo suyo. Y con Dios.

Pues perdón por la insistencia: o el periodismo con firma madrileña y barcelonesa tiene algo en contra de sus compañeros de gremio entre Seseña y Hellín, entre la Alcarria y Puertollano; o una de las dos prensas miente. O, por decirlo de un modo más afinado y refinado, no cuenta toda la verdad… o toda la mentira. Una de las dos versiones, en todo caso y por imperativo categórico no negociable, es falsa.

Hay que agradecer a aquellos mozalbetes negros o rubios, aguerridos y algo prepotentes, que liberaran a Europa del oprobio nazi. Y que se insuflaran valor cantando aquellas rimas sobre los atributos masculinos del Káiser y sus hienas. Pero se equivocaban. Quien más miente no es quien menos pelotas tiene. Para lo que aquí acontece, hacen falta un par de ellas bien puestas; ya sea hombre o mujer, diputado o diputada, empresario o empresaria, quien esté presumiendo de ellas.