En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

Facebook / Twitter

Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20090729

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Twitter como buscador en tiempo real

Ejemplo: la séptima víctima mortal de la Gripe A, fallecida en Villarrobledo, en Twitter


Twitter lo tiene claro. Quiere ser el triunfador de la nueva era de las búsquedas en tiempo real y la puerta de acceso al flujo social igual que Google fue el campeón de la era de los buscadores.
La nueva página de inicio de Twitter es un buscador donde descubrir "qué está pasando ahora, en cualquier lugar en el mundo", el lema que sustituye el viejo ¿Qué estás haciendo? -que se mantiene por ahora en el perfil de cada usuario- con un "descubre que está diciendo la gente sobre...".

Más en Periodistas 21: Twitter ya es un buscador en tiempo real

20090727

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Manual de supervivencia

Publicado por Rafael Retuerta en Confidencialba


Mi muy querido amigo: enterado quedo de tu próxima visita a las llanuras manchegas, y sorprendido doblemente. Primero, porque unir como elección Albacete y mes de agosto es una unidad de destino más friki que la que proponía Falange “en lo universal”. Segundo, porque por mucho bombo y platillo que le hayamos dado al súper-híper-mega futuro Centro de Recepción de Visitantes, cual Faro de La Moncloa retro-chic, me parece demasiado pronto para que sus efectos pudieran justificar tu viaje. Sea como fuere, hete aquí que me veo obligado a transmitirte mis escasos conocimientos para sobrevivir al estío –que no hastío– albaceteño. Si ves que tal, toma nota.

1.- Elige hotel u hostal de la categoría que prefieras, pero que tenga aire acondicionado. Levántate con la fresca para pasear por la city, a eso de las seis y media de la mañana. Cuatro horas después, deja todo lo que estés haciendo, regresa sobre tus pasos, desayuna, y no vuelvas a pisar la calle hasta bien entrada la tarde. Es insalubre intentarlo antes.

2.- La noche es una de las mejores bazas de esta ciudad, bien distinta de otras que se confabulan cual territorio comanche a partir de la puesta de sol. Pasea y deléitate con tranquilidad, que salvo algunas zonas concretas, seiscientas veces podrás salir a la calle y las seiscientas sentirte a salvo. Ha crecido algo la delincuencia con esto de la crisis, pero esta ciudad está lejos de ser la ley de la selva.

3.- Planifica tu salida de turismo rural: consulta las previsiones meteorológicas y arriésgate sólo el día en que anuncien una tregua en los termómetros. Entonces podrás disfrutar las auténticas maravillas naturales de esta provincia desconocida. Basta una treintena de kilómetros para que la estepa se transforme en llanura majestuosa, arbolados valles o vertiginosos cortes en picado de la roca madre.

4.- No salgas sin plano. No te fíes de tu instinto: las calles que parecen rectas giran sobre sí mismas, y las que parecen curvas atraviesan la urbe. Y es que aquí hasta la geografía del callejero sabe mentir bien. Si con todo te arriesgas no olvides nunca, como canta el maestro Quintín Cabrera, que las ciudades son libros que se leen con los pies. Un periodista se lo dijo una vez al presidente de la Federeación de Vecinos y éste se apropio de la frase. Hizo bien: Antonio Skármeta dibujó en los labios de Pablo Neruda la cita de que la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. Pues eso.

5.- Ensaya el siguiente gesto: mínima contención de aire, labio inferior retraído, expulsión inicial de aire pronunciando la letra “e” como si fueras a decir la “i”, acentúa esa vocal, y pronuncia a continuación, sin cambiar el gesto, y también con acentuación, una “a”. Hay muchas variantes: arqueando las cejas, detrás de un “pos”, moviendo la cabeza con cara de circunstancias, etc. Pero esta pauta que te doy es la que mejor te permite empezar a decir correctamente “ea”, la interjección más milagrosa de todos los idiomas que en el mundo hay, pues tiene todos los significados que le quieras incorporar, en función del contexto, la entonación y la gesticulación que acompañe. Los albaceteños no lo saben, pero es una de sus armas de seducción más poderosas.

6.- Ya que nos ponemos con los localismos del lenguaje, no te sientas herido ni menospreciado si pides algo y se te niega. Si así sucediera, no veas maldad en la respuesta “no ni nada”, de fonética [no ni ná], pues no es más que la cada vez más famosa triple negación manchega, santo y seña de esta tierra.

7.- El humor albaceteño no es surrealista, a pesar de los Chanantes y de José Luis Cuerda. Pero sí es ácido, irónico y escueto. En esto, como en tantas cuestiones, son infinitamente más listos, y rápidos, que lo que el forastero sin advertir pueda imaginar. Sin la preparación adecuada, su tono humorístico puede resultar cortante. Pero no lo es.

8.- Por eso mismo conviene que te pienses las cosas dos veces antes de criticar nada que no te complazca, o que no entiendas. Y, si lo haces, nunca, y esto que te quede bien claro, nunca en público. La velocidad de propagación de ciertas críticas en ciertos sectores deja en mantillas a la velocidad que pueden alcanzar los cazas de la Base Aérea de Los Llanos.

9.- Quizá el día de tu llegada, a la hora de dormir, se te haga un nudo en la garganta. Con la misma o superior intensidad se te hará el día de tu regreso. Lo advierten siempre: en Albacete se llora dos veces, una cuando se aterriza en la ciudad, y otra cuando se abandona. Curiosamente, la misma cita se da en la película de Dany Boon Bienvenidos al norte, al hablar del pueblecito francés de Bergues. Y curiosamente, Bergues también posee sus propios modismos lingüísticos, su propio humor y termina siendo igual de entrañable para el forastero como lo es Albacete. La vida es una tómbola. O un pañuelo.

10.- Gastes lo que gastes, lleva siempre un euro suelto en un bolsillo. Es más que probable que alguien te quiera obsequiar con una navaja durante tu estancia. El derecho consuetudinario pauta que tú se la “comprarás” por el precio simbólico de ese euro. Y te aseguro que navajas como las de aquí no vas a encontrar ni aunque te vayas a la China a buscarlas.

Espero que estas indicaciones te permitan pasar la más agradable de las estancias. Vuelve para la Feria, en septiembre, y prepara un regreso para la Feria de 2010, la del Tercer Centenario. Así aumentarás el relumbrón de nuestro clase política –gobernante o en la oposición, es lo mismo–, y nos dejarás dineritos que nos van a venir de perlas para seguir presumiendo de una ciudad que, nos aseguran, va a quedar la mar de guapa.

Se despide con un fuerte abrazo,

Tu amigo.

20090717

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Narcisismo periodístico

Muy acertado texto publicado en 233grados.com


Y eso es lo que Winer está tratando de hacer cuando nos recuerda que la gente importante en las noticias son las fuentes y los testigos, que ahora pueden publicar y transmitir todo lo que saben. La pregunta que se deben de hacer los periodistas es cómo pueden añadirle valor a eso. Por supuesto, los periodistas pueden añadir mucho: informando, seleccionando, investigando, corrigiendo, ilustrando, aportando contexto, narrando. Y, por supuesto, estoy completamente a favor de que haya periodistas; los estoy formando. Pero es difícil asimilar que las noticias pueden continuar sin ellos. Ellos son los que necesitan descubrir cómo se pueden convertir en necesarios. Pueden hacerlo y lo harán, pero no pueden seguir simplemente descansando sobre la prensa y sus mitos.

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20090715

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Follar es peor que matar

Tremendo artículo de Roberto Saviano en El País


Cuando ante el tribunal, los arrepentidos contaron estos y otros asuntos semejantes tratando de vencer la incredulidad de los jueces, dieron una explicación que es una síntesis inigualable: "Señor juez, aquí follar es peor que matar. Es mejor que mates a la mujer de un jefe; a lo mejor te perdonan. Pero si follas con ella, estás muerto". Amar, decidir hacer el amor, besar, hacer un regalo, sonreír, tocar una mano, intentar seducir a una mujer o ser seducido puede ser un gesto fatal. El más peligroso. El último. En un lugar donde todo es ley implacable, los sentimientos y las pasiones que no conocen reglas son, más que cualquier otro factor vital, una condena a muerte.

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20090709

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Pleitesía a la ineficacia

Publicado en Confidencialba el 8 de julio de 2009


Comisaría provincial de Albacete, Cuerpo Nacional de Policía. Media mañana. O algo más tarde. En todo caso, sol, calor. Julio. Y la estepa manchega no ayuda a aplacar la justicia de Lorenzo. En la puerta el curioso crisol de ciudadanos que hay a la entrada de cualquier comisaría de España: entre pintoresco y decadente, como la calle Montera de Madrid y la clientela media de un supermercado de barrio, todo bien agitado en coctelera y servido sin pedir perdón. Pepe Pérez está citado a las 12.58 para renovar su Documento Nacional de Identidad. Y sin confesar.

Pepe Pérez es español. Lo cual le pesa cada día más. No llega al grado de Sánchez Dragó, que no se ve español, ni expañol, ni antiespañol; pero le pesa. Una lástima, piensa, con lo divertido que es el país. Pero que cainitas somos, jodíos de nosotros, añade. Pasa como Pedro por su casa a la comisaría, y si no se detiene él a preguntar, nadie le dice nada. Adelante, adelante. Ya, ¿pero qué hago?, se inquieta. Ahí, ahí, en la puerta están los nombres y el número que les corresponde. Ah, vale.

Pepe Pérez, como buen ciudadano que cree ser, ha llegado antes de la hora. Unos quince minutos. Su hora y su nombre dicen que es el 59. Echa un vistazo, y van por el 38. Carape, se dice, tendrán que ir rápido. Ni siquiera se da la opción de temerse lo peor, el típico retraso administrativo sine die. Eso era antes, se convence, antes de estos tiempos digitales, no hay más que ver las dos pantallas planas tan cucas ellas que han puesto por mesa. Nada. A sentarse que enseguida llaman. Y se sienta.

Han pasado diez minutos y están estancados en los números 40, 41 y 42. Vaya, algún problemilla habrá surgido. Pepe Pérez, que tiene el feo vicio de fumar, tiene la ocurrencia de matar el tiempo consumiendo(se entre) humo. Pero se aplaca, no vaya a ser que la cosa se acelere. De haberlo sabido, se habría traído un libro. Porque tiene otro feo vicio que, como el tabaco, cada vez se estila menos: la lectura. Así que mata el tiempo de la mejor forma que se le ocurre: silborroteando alguna melodía inventada, y estirando las piernas con esos pasos medidos, calculados y hasta contados que todo mortal pronuncia cuando no sabe muy bien a cuento de qué está dándose un paseo.

El tiempo de cortesía se ha agotado. Pasan diez minutos de la una y están en el 45. A fumar. Fuera, se las ingenia para controlar el turno. Cuando reingresa, no han pasado del 48. Algún SMS, mirar otra vez las caras que siguen y las que han llegado. Un ciudadano monta un pollo porque unos que van sin cita son atendidos… Lo dicho: Montera más supermercado de barrio. Pasan unos cuantos números sin ciudadano, lo que acelera el asunto. Pero hace tiempo que el reloj dejó atrás la una y media.

Al fin. 59. Vamos allá. Pepe Pérez, que además de correcto y resignado está al día en lo digital, tiene cuentas en varias redes sociales, edita un par de blogs y tiene casi más conocidos sin rostro que rostros conocidos, ha leído las indicaciones en la página web del Ministerio del Interior. Ahí dice que DNI antiguo y fotografía 26x32 milímetros. Y Pepe Pérez, con esas manitas que dios le ha dado, se ha fotografiado y se ha impreso a sí mismo en su casa en papel de a 200 gramos el metro cuadrado. Lo tiene controlado. O eso cree.

“DNI antiguo, fotografía y 10 euros”, le sueltan tras los buenos días. Vaya, el tercer elemento no consta en la web de Interior. Pero todo sea por el trámite, de suerte está que el día anterior cambió un billete de 50 con el menú de mediodía. Las fotos son estas. A ver, dice la mujer que le atiende… Ay no, pero estas no valen, mira, tienen que ser de este tamaño. Pepe Pérez calcula el tamaño que le indican y alucina en más colores que ofrece la Nikon con la que se autorretrató. Pero si eso no es 26x32, apunta, eso es mucho más. Pues si quieres, fuera hay un fotógrafo… O te pido vez para las 8.30 de la semana que viene. Que, dentro de lo malo, no es lo peor: con la cita a primera hora se asegura uno no tener que esperar casi 60 minutos desde que llega a comisaría.

Lo pactan, y la mujer le indica por triplicado –cosas de la función pública, fijo¬–, que es un favor personal. Fíjate bien en la puerta, agrega, que indica cómo han de ser las fotografías. A la puerta va, y allí un cartel desmiente a la web de Interior por un milímetro… pero también a la señora que le atendió: 25x32 milímetros. Las fotos que acaba de ver como buenas son mayores, eso es seguro. Y por si fuera poco, el cartel de la puerta aporta un matiz: la cara debe tener entre 20 y 25 milímetros de largo. Vale, pero ya puestos y por si acaso, decide preguntar al fotógrafo, que encuentra a la entrada del supermercado con pinta de “ya ves, echando la mañana”. ¿25x32, entonces? No, hombre, no, 25x35, creo. Hala. Sin dar crédito, Pepe Pérez pregunta "y a cómo", que así se pregunta en los mercados –y en Montera–. A seis euros las cuatro, le responde el menda.

Pepe Pérez da las gracias y se marcha. Como no sabe para qué carajo le hacen falta cuatro fotos no ha pagado seis euros. Y se va cuesta abajo pensando en que no tiene fotos, ni sabe si acertará con las que traiga la semana que viene, ni le han explicado por qué hay que pagar 10 euros ni, por supuesto, sale con el DNI renovado. Y que en este país entre todos matamos a la seriedad y ella sola se muere asco. Extasiada. Anonadada. Y que, con todo y eso, está de enhorabuena, porque sin comerlo ni beberlo resulta que encima le han hecho un favor personal.

Después de lo visto, poco ha de importar que la web de Interior no dé la información precisa. O que una cita a una hora tan concreta como las 12.58 sea, a la hora de la verdad, dúctil y maleable. Porque el dolor de ser español se compensa con una España divertida, caótica, estrafalaria, ruidosa, y con un favor personal. O con dos. Y encima el paro ha bajado, dicen el INEM y el FEIL. Es el non plus ultra de la buena suerte. Pues hasta la semana que viene, y que dios reparta suerte.

20090701

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El gendarme de color

Extracto de un artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en 2002, y recogido en su recopilación No me cogeréis vivo.


Esta semana también va la cosa de moros y negros de color. Porque estoy sentado en el café parisién que es uno de mis apostaderos gabachos favoritos, cuando observo algo que me recuerda lo que tecleaba el otro día: un gendarme franchute, negro azul marino, multa al conductor de una furgoneta. Y el multado, untito rubio, y con bigote que parece un repartidor del Seur del Pueblo de Astérix, asiente contrito. Y hay que ver, me digo. Tanto que se habla en España de integración racial. Estamos a años luz, o sea, lejos de cojones. Porque integración es exactamente esto: que un guardia negro ponga una multa, y que el conductor baje las orejas. Y aquí paz y después gloria.

Me imagino la escena en España. Y me parto. Ese guardia municipal negro que dice ahí no puede aparcar, caballero, o no se orine haciendo zigzag en la acera, o haga el favor de no pegarle a su señora en mitad de la calle. Y la reacción del interpelado. ¿A mí me va a decir un negrata de mierda dónde puedo aparcar o mear o darle de hostias a mi señora? Venga ya, hombre. Vete a la selva, chaval. A multar en un árbol a la mona Chita. O metidos en carretera, en la nacional IV por ejemplo, ese guardia civil que se quita el casco y aparece la cara de un moro del Rif diciéndole al conductor oiga usté, acaba de pisar la continua. Documentación, por favor. No veas la reacción del fulano del volante, y más si lleva una copa de más y va a gusto. ¿A mí? ¿Pedirme un moro cabrón los papeles a mí? ¿Y que encima sople? Anda y que le soplen el prepucio los camellos de su tierra. No te jode el Mojamé, de verde y en moto. Etcétera.

Y sin embargo, ahí está la cuestión. En España, donde la demagogia y el cantamañanismo confunden integración con política y beneficencia, la cosa no estará a punto de caramelo hasta que uno suba a un taxi y el taxista sea de origen peruano, y el guardia tenga un abuelo nacido en guinea, y el médico de urgencias provenga de Larache, y lo veamos como lo más normal del mundo, y por su parte todos esos taxistas, guardias, médicos, funcionarios o lo que sean, dejen de considerar a España un lugar donde ordeñar la vaca mientras están de paso, y la sientan como propia: un lugar donde vivir echando raíces, del mismo modo que otros se establecieron en Gran Bretaña o Francia, y al cabo de una o dos generaciones son tan británicos y franceses como el que más.

(…) Cuando miembros de sus ex colonias o inmigrantes diversos quisieron mudar de condición, a ellas viajaron y en ellas se reconocieron; o en su mayor parte procuraron adoptarlas, para ser también adoptados por ellas. Ese sentimiento de pertenencia, a veces hecho de lazos muy sutiles, se fomenta todavía con una política exterior brillante y con una política cultural inteligente que nadie allí cuestiona en lo básico. A quien acojo y educo, me ama. Quien me ama, me conoce, me disfruta y me enriquece.

Y al cabo ésas son las claves: educación y cultura como vías para la integración. Pero mal pueden educar ni integrar gobernantes analfabetos, oposición irresponsable, oportunistas animales de bellota sin sentido solidario ni memoria histórica. A diferencia de Gran Breaña o Francia, el inmigrante no encuentra en España sino confusión, amnesia, ignorancia, insolidaridad, cainismo. A ver cómo va a integrarse nadie en cinco mil reinos de taifas que se niegan y putean unos a otros. Aquí todo depende de dónde caigas, cómo respire el alcalde de cada pueblo y si la oenegé local está a favor o en contra. Y para eso los inmigrantes ya tienen su propia cultura, a veces vieja y sólida. Así que nos miran y se descojonan. Que primero se integren los españoles, o lo que sean estos gilipollas, dicen. Que se aclaren, y luego ya veremos. Mientras tanto conservan el velo, exigen mezquitas, salones de baile angoleños, restaurantes ecuatorianos con derecho de admisión, y pasan de mandar niños a la escuela. A falta de una patria generosa y coherente que los adopte, reconstruyen la suya. Se quedan al margen, dispuestos a no mezclarse en esta mierda. Y hacen bien.