En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
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Adios, Madrid

20100304

Carta "cerrada" y con lacre

De Confidencialba. La columna del editor.


Hola, Josemari. Me permites el tuteo, ¿verdad? Es que va a ser entre tú y yo, así, de mí para ti por ser tú, si tú quieres. La carta la pongo en público en vez de enviártela a Fuensalida, por motivos que ya si eso te cuento después. No pretendo hacer un remake de la carta abierta que te escribió días atrás el zagal éste de Ciudad Real, Otto-Reuss. No. No tengo necesidad ni ganas de ponerme en plan Émile Zola con el caso Dreyfus, y además es que creo que eso queda muy efectista y todo lo que tú quieras, pero no va a parar a ninguna parte. Así que te escribo en confidencia. Y en Confidencialba. Para que sea como más amable, más cercano y quizá, quién sabe, hasta más eficaz.

El motivo de mi carta, Chema, es que no sé a qué carallo (modismo gallego, la sangre siempre tira), estáis jugando. Sí, vosotros, los del socialismo obrero y español de La Mancha. No todos, sino los que tenéis la sartén por el mango y no la queréis soltar ni a perdigonazos. Que, ojo, lo entiendo y así te lo digo: si yo estuviera en tu lugar seguro que mi deseo sería el mismo, por una sencilla razón: a quienes llevamos en la genética la preocupación por la res pública, lo que más nos puede poner del concepto “poder” es la posibilidad de organizar la convivencia conforme a criterios ideológicos que consideramos los más válidos y apropiados para el progreso común. Es decir, eso tan manido y desgastado del “servicio al ciudadano”.

Ya ves que huyo de la crítica facilona y previsible: que si no trabajas, que si estás sólo por pillar cacho, que si seguro que te lo llevas crudo… Paparruchas: las mentes chicas critican a las personas, las mentes promedio polemizan con los hechos, y las grandes mentes discuten sobre las ideas. Y en el terreno de las ideas quiero situarme. Con la misma intensidad quiero huir del halago almibarado, pero debo reconocer que embelesas, tío. Tienes un don para cautivar al auditorio, y bien lo sabes. Y se pongan como se pongan, en esta tierra no tienes rival a la altura (todavía, le falta una primavera y alguna lección de telegenia). Además, parece que te crees lo que dices. Eso, así en general, es todo un puntazo. Adminístralo.

Pero con la misma, me vas a permitir que te diga que no entiendo tu obsesión, o la de tu Gobierno, por evitar que se critique vuestra gestión. Ni tú ni nadie sois perfectos y cometéis vuestros errores, como todo “hijo de cristiano”, Bono incluido. Y la verdad es que ahí, cuando tratáis de tapar lo que huele mal, patináis con estridencia. Que la gente no se chupa el dedo y bien está que, técnicas de marketing mediante, intentéis darle la vuelta a lo negativo para ponerlo en positivo. Pero tenéis que cortaros en lo tocante a soltar vuestros perros de presa allí donde se levantan voces críticas. O directamente cambiar el chip, colega.

Mira, no estoy por la labor de creerme las leyendas que circulan acerca de tus orígenes ideológicos. Eso es pornografía rosa del personaje, que como todo lo de los comebabas del corazón, me parece propia de mentes chicas. Así que doy por hecho que eres un demócrata integral, sin tacha; y como tal habrías de saber que nada es más estimulante para el ejercicio del poder en democracia que una crítica saludable. Porque la otra crítica, la que no es constructiva, se cae por su propio peso cuando el poder admite, y fomenta, cierto grado de contestación. Cuanto más amplio, mejor. Además, todas las vanguardias de la sociopolítica apuntan en esa dirección: más open Government y más transparencia. ¿O crees que lo de la Administración Obama es casualidad?

Lo que no puede ser es que en esta región haya tantos mecanismos aparentes de participación ciudadana, de información pública y de protección social, pero que en cuanto cualquiera de ellas se mueve un mínimo del guión “correcto”, lo mejor que puede pasarle es que no releven a sus dirigentes, aunque se les castigue el hígado en el ring de la esfera pública. Sobran ejemplos, pero no quiero caer en los hechos (mentes promedio). En particular, y porque lo conozco de cerca y lo he vivido, vuestra política para con los medios de comunicación llega al puntito de lo abrasador. ¿De verdad se necesita tanta presión, tanta advertencia y tanta moneda de cambio con la publicidad institucional a editores y periodistas que, sólo con que levantarais el pie del pedal, fomentarían un debate público más enriquecedor?

Es más, José María. Conozco, con nombres y apellidos, a hombres y mujeres de esta tierra, o que no lo son pero llegaron a ella para quererla y amarla, con tanta o más pasión que le echas tú al defender los derechos de la cuenca cedente, la potencia en energías renovables o tus 101 planes estratégicos. Hombres y mujeres que son socialistas desde la punta del flequillo hasta el juanete del pie izquierdo, de carné indestructible, de los de sangre roja y el corazón a la izquierda. Hombres y mujeres que participan en los centros donde se toman decisiones para la cosa pública, hombres y mujeres con formación en sus alforjas, cientos de lecturas como respaldo intelectual operativo, y bocanadas de conciencia social en cada uno de sus más livianos gestos.

Son también hombres y mujeres que en privado, con languidez en la mirada, pesadez en la conciencia y tristeza en la experiencia, hablan de las losas que todavía el caciquismo tardofranquista impone en La Mancha; amparadas, cuando no consentidas, ampliadas o protegidas por casi 30 años de Gobierno de tu partido. ¿Qué te parece? Hombres y mujeres que, sin querer queriendo, explican con rubor que lo mejor en esta tierra es guardarse las espaldas, andarse con mil ojos, traficar con la doble intención de las palabras y, hablando en plata, mirar por el culo de uno mismo antes que por el de los demás. Casi siempre, qué cosas, cuando se habla de asuntos referentes a tu Gobierno o a tu partido. O a sus adlátares. O a los negocios. O a la cultura. O a casi cualquier cosa. Porque lo tenéis invadido casi todo (casi).

Y eso cansa, Chemari. Aburre, hastía, y aunque la gente no se rebele en sus cuitas de a diario, provoca el peor cáncer que puede padecer una democracia: la indiferencia, el pasotismo, el “esto no va conmigo”. Y te quiero proponer algo que sé que da miedo, mucho miedo; pero no tienes ni idea del enorme favor que te harías a ti mismo y a tu Gobierno si mañana (o pasado, tómate el tiempo que necesites para decidirte), salieras a la palestra a reconocer una pifia en una entidad financiera, un despropósito en una infraestructura de 12 millones de metros cuadrados, un carajal de desvergüenzas en ciertas fundaciones, más de un ayuntamiento que se pasó de listo y de frenada con el becerro de oro de la especulación inmobiliaria, los flirteos de esta tierra con la industria militar, o algún contratillo de esos en los que no se cumplen plazos de entrega, precios o condiciones, y que terminan por dejar hecho un cirio pascual el perfil de contratante.

Sería la bomba si añadieras, así como guinda, que se acabaron la tontería, el trapicheo, el cachondeo, la corruptela, el abuso, la chulería y el despotismo. Que en ello pones tu cargo y tu credibilidad. Que vas a ir de frente, sin demora ni complejo, a por quienes hablan en tu nombre para vaya usted a saber para qué tipo de intereses espurios. Y que decretas el fin del peloteo, del mameneo, del colegueo y del enchufismo, con no sé qué herramientas legales que amparen de manera recia a cada uno de tus administrados. Para que puedan criticar, con transparencia, con libertad. ¿Tú sabes los puntos que ganarías?

Si tuvieras una más mínima idea de la afección ciudadana que eso te generaría, te pondrías mañana mismo a ello. Y aunque se te echaran encima ciertos dinosaurios, que están en esto por la pasta o por cualquier cosa peor… ¡Pues al cuerno con ellos! ¿Son acaso aliados fiables? No, compadre, son rémoras, sabandijas de la política. Lastres del entusiasmo. Deshazte de esa chusma (la misma que llama chusma a quienes tratan, desde la crítica, de mojarse e implicarse por el bien común), que nada bueno trae bajo el brazo. Respeto, ya te lo digo, que te dé pavor. A casi todos los gobernantes, seáis de izquierdas o de derechas, os pasa lo mismo, criaturicas. Pero una vez que te decidas lo único que lamentarás es no haber dado antes el paso.

En tus manos está. Y te lo cuento así, en carta cerrada, que no “abierta” como haría un Otto-Reuss o un Zola del montón, sino en sobre virtual y con su lacre digital. Lo de que sea pública es lo de menos, que una carta es como un regalo: la intención es lo que cuenta.

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