En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

Facebook / Twitter

Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20100622

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Pasear con la dueña de CaféyTwitts

Cafés, conversaciones, música de fondo, comentarios jocosos, algunos cigarrillos humeantes (más bien escasos)… Aparentemente, nada que se salga de una reunión social en una cafetería tipo, en el glorioso año de los prometidos brotes verdes. Pero algo hace que esta cita sea distinta. Para empezar, casi todo el mundo tiene en su mano, o lo más cerca posible, uno de esos aparatos antes llamados teléfonos móviles y hoy conocidos como smartphones. Y además, buena parte de los asistentes no se conocen entre ellos. Mejor dicho, no se han visto hasta la fecha. Es el CaféyTwitts.

Quien ha sacado alguna vez a pasear a un perro por un parque de una gran ciudad, lo sabe: lo normal es cruzarse con otros perros, que también salen a pasear con sus respectivos dueños. Y entre ellos lo normal es mencionarse como “el dueño de” o “la dueña de”. En la red de microblogging Twitter sucede algo similar. Conocer a alguien por su nombre es lo menos frecuente. Quizá por su foto de perfil, si ésta reproduce con cierta fidelidad el aspecto físico de su “dueño”. Así que todo el mundo se pregunta por el nick, es decir, su identidad digital.

20100618

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Mi primo y cinco millones de lumis

Publicado en Confidencialba. Columna del editor

Esta crisis no es como otras: yo siempre he tenido faena, y nunca hasta ahora había estado con la máquina parada seis meses. La confidencia la suelta mi primo en lo que nos echamos el café de desatascar en la cita de todas las mañanas. El café con el que se enjuga esta crisis que tiene a cinco millones de desengañados buscándose las cosquillas sociales, a ver si le quedan ganas de reír por algo más que por la histeria del hundimiento de su propio Titanic. Y lo de me primo, al que no conocía hasta hoy, pero me tiene tan cara de noblote y saludable que es difícil no fiarle el pan y los cafés, me parece de traca. Veintidós años removiendo tierras, con su mono, sus empleados cuando los necesitó pagados en tiempo y forma, sus clientes de toda la vida y su Paco, o su Luis, o quien le tocara en suertes en la oficina del pueblo renovándole confianza y crédito… y ahí me lo tienen, al hombre, apretando los dientes y el culo hasta que vengan vientos mejores, si es que han de soplar.

No me canso de decir a mis amigos, e incluso a mis enemigos, que no se fíen, salvo que sea para fiarse entre ellos. Mejor dicho: que no se confíen. Que si le pegan un repaso a algunos amantes de la economía ficción, todo lo agoreros que se quiera pero que vienen acertando una sí y otra también desde mediados de 2007, o antes, lo mismo se les corta la digestión. Agoreros o demiurgos como Marc Vidal que insisten en que lo peor está por venir, que de aquí a seis meses el ambiente va a ser irrespirable, y que el recorte de derechos, prestaciones, salarios y días de indemnización por despido va a pegarle veinte vueltas y media a la moto que ahora nos están vendiendo. Pesimistas, les llaman algunos. Y ellos, los futurólogos, lo niegan: su vida consiste en emprender, y en ponerle al mal tiempo buena cara. Como hace mi primo, exactamente, desde hace 22 añazos, con su mono, sus empleados, sus clientes y su Paco, o su Luis, etcétera.