En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
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Adios, Madrid

20100108

París vía quince

Publicado en Confidencialba


La columna del editor Por Alfonso Piñeiro

Que me lo expliquen. Que me expliquen por qué los españolitos de a pie perdemos el culo por ser la octava potencia económica del mundo, y somos capaces de tragarnos resignados y repatingados que quienes prestan determinados servicios de interés público nos traten como a delincuentes. O, dicho de otra forma más cursi, que nuestros sistemas de gestión sean en pleno año 2010 tan exquisitamente ineficaces, tan elegantemente insultantes, tan descaradamente quinquis. Es decir, tercera y última comparación: tan rematadamente meritorios de ser calificados tercermundistas. Con perdón. Para los tercermundistas.

Verbigracia. Estación de Madrid-Chamartín. O de Chamartín-Madrid, no se me pierda nadie en menudencias. 31 de diciembre. Tren de Cercanías a Colmenar Cinco (así es como aparece en los carteles, Colmenar V, con V de Cinco, como Telecinco... tele que queda justamente en la carretera de Colmenar V). Hasta tres paneles indicativos: uno de pantallas retroiluminadas, uno de esas minibombillas tan actuales (años 70, pero ahora son el non va plus de la vanguardia), llamadas leds; y la cumbre de la tecnología y el toque retro, a base de paneles electromecánicos.

Quedan cinco, como Colmenar, como Telecinco, minutos para que el Cercanías penetre en el esplendor decadente de Chamartín. De los tres paneles informativos ni uno, rediezla, pero es que ni uno, da cuenta de tan prometedor acontecimiento. Para el resto de destinos funcionan con notable acierto, lo que introduce más inquietud. Pero como no es plan de sangrarse, al menos no en Nochevieja, conviene echarle paciencia a los trenes de doña Esperanza Aguirre, que cobran dos veces y media la tarifa máxima al cliente que ose violar la red de Cercanías sin título de transporte válido.

Faltan cuatro (de fusión con Telecinco), minutos para Colmenar V, y más de lo mismo. Mutismo en la pantalla, mutismo en los leds, mutismo en los paneles. Y también en los altavoces de la torda que graciosamente anuncia las llegadas y salidas por altavoces con eco retestinado de polvo acumulado desde el tardofranquismo. Tres minutos. Nasti. De plasti. Dos minutos. El cachondeo padre, si usted quiere, don Camilo, pero aquí nadie suelta ni prenda. Un minuto. La hora exacta. ¿Te han dicho a ti cuándo llega el de Colmenar V? Pues a mí tampoco.

Casi diez minutos después, la voz enlatada se arranca: Colmenar Cinco, vete perdiendo el culo para la línea Viejo. O viceversa, que cuando se va en plan rally por las escaleras mecánicas el orden de los factores no altera el infarto. Y pasa lo que tiene que suceder: con los higadillos propios ya en la recámara de la campanilla, las puertas del vagón escupen un “pardillo” en forma de pitido mientras se cierran impasibles, parsimoniosas, y más indiscutibles que los caciques que se gasta la política castellano-manchega.

Oficina de Atención al Viajero. Buenas, vengo a agradecerles los servicios prestados: no creo que quieren dar por saco al cliente en fin de año, así que supongo que hoy abonan taxis a cambio de los trenes que la incompetencia de su compañía nos hace perder. Como mucho, caballero, dice un uniformado que prefiere proteger su culo antes que reconocer las cagadas de quienes le pagan la nómina, ponga una reclamación, y en dos o tres meses le responderán. Si eso. Ya, vale, pero no, mire, dígame sólo si ahora tengo que coger un taxí o qué. Usted, responde imperturbable, sabrá lo que tiene que hacer.

Manda huevos. ¿Será Renfe de sus amores la que sabrá lo que copones de bullas tiene que hacer, para no marear al personal? Quince minutos más tarde, sin reclamación ni taxi, y con cierta atonía de esta perra España que nos toca vivir, la cosa pasa por esperar en la plataforma de todos los trenes que van a Colmenar por el culo te la. Y, los Marx (Groucho y Karl) no nos escuchen, la historia se repite: cinco minutos, cuatro, tres, dos, un minuto, y ni el niño jesús ni mahoma se dignan en anunciar la llegada del tren a Colmenar, hasta que no se ha adueñado ya del andén. Todo para ver, un minuto más tarde, a otros incautos que vienen casi rodando por las escaleras mecánicas, y que se quedan con la misma pinta de mecagüenrós mientras se les cierran las puertas en las napias.

Estación de ídem, 3 de enero. 18:30, ningún panel anuncia la salida del Alaris que diez minutos más tarde sale con destino Valencia. En esto que se ven a lo lejos incesantes destellos de flashes. Lo que faltaba: llega la superwoman de la nobleza, la duquesita de Alba (no de Alba-cete), y de los cien mil hijos de san Luis y de la madre que la parió (este título lo tiene sí o sí). El 90% de la estación, poseído por el espíritu del “yo nunca veo esos programas”, se abalanza a echarle una foto. La buena de la señora, que poca culpa tiene, baja por el ascensor de una plataforma que no anuncia tren ninguno. Dos minutos más tarde, con doña Cayetana ya bien acomodada en su trenhotel, ahora sí, a bombo y platillo, París vía 15.

Joderse tocan. El lameculeo, deporte nacional, permite a la más señora de todas las señoras saber de antemano por dónde carallo sale su parisien. Mientras 150 madrileños, albaceteños, valencianos y demás ralea de mala calaña esperan arremolinados a que alguien anuncie su Alaris de triste contribuyente de clase media empobrecida. Al fin, a un minuto del tema, los altavoces retestinados anuncian que el Talgo se retrasa. Y dos minutos después que la salida es inminente. Qué contraste. Y que será, la virgen maría y josé de arimatea, por la vía 2. Esto es, justo en el lado contrario de donde salen todos los medios y largos recorridos.

Y ahí nos ves, a la Mari y a mi menda, como borregos, esquivando a todo meter a viajeros que nada saben de estas prisas, comebabas de la prensa del corazón, asaltacunas de homosexualidades primerizas y de saldo en baños hediondos (anclados en las letrinas de la época de Calvo Sotelo, o por ahí), y toda la baja estofa que, salvo se llame Fritz James Stuart-Álvarez de Toledo y de las Dos Sicilias, abarrota las estaciones del ferrocarril de la que pretende coronarse octava potencia económica mundial. Que alguien me lo explique, porque no atino. Y me fastidia empezar el año sin saber qué camino voy pisando. Siquiera más o menos, incluso más menos que más.

Feliz y próspero 2010.

1 comentario:

  1. Hola, hemos creado el nuevo blog de videojuegos!! acabamos de empezar, tu opinion cuenta mucho para podernos ayudar a mejorarlo
    http://eledendelosvideojuegos.blogspot.com/

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