En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

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Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20081217

3
El episodio de "Cayo o Tongo"

No es culpa mía. Yo intento alejarme pero debo ser para Izquierda Unida lo que la utopía para Eduardo Galeano: “Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.



Digo esto porque algunas analogías son casi de coña. En 1998 me fui a trabajar a Asturias, y allí pude conocer, ya lo he contado en esta misma columna, al asturiano Gaspar Llamazares. Dos años después, fue votado coordinador general de la coalición. En 2006 me vine a tierras manchegas a desempolvar el sarcasmo y formatear el periodismo –¿o era al revés?–. Aquí conocí a Cayo Lara. Y, mira por dónde, también dos años después de aterrizar en el llano, al ciudadrealeño lo eligen para la misma cosa.

Metidos en harina, sería una grave irresponsabilidad por mi parte no gastar una parte de mi tiempo –y ahora del suyo de leer– en don Cayo, del que dicen que tiene mucho de nuevo y poco de flamante, pues atiende antes a la humildad y al trabajo que a los focos gratuitos y el show business.

La prensa nacional no ha dudado en hablar de él como de un “perfecto desconocido”, binomio armario que sirve para hablar de todos aquellos dirigentes que no han brillado, y por este orden, en Madrid, Barcelona o Vitoria; con el permiso de los sociatas andaluces y de los populares valencianos, tan resalaos por la espalda los primeros, y tan rencorosos de frente los segundos. Lo que sucede allende Guadarrama y los montes de Toledo no existe, ya se llame promesa de la industria aeronáutica, líder en energías verdes o máster en biología molecular. Es decir, aunque Albacete se vista de seda, Albacete se queda.

Este “perfecto desconocido”, que para quienes hemos tenido la suerte de tratar con él, es un dechado de moderación y sentido común, no ha sido antes coordinador general de IU porque él mismo no lo ha querido. Al menos, así se explica en el blog A sueldo de Moscú, referencia en buena parte del internet más teñido de rojo.

“Dado que no consiguió el apoyo de otras sensibilidades –expone–, a pesar de la presión psicológica que hicieron 15 consejeros que intervinieron reclamando al resto la obligación moral de apoyar a Cayo, con trescientos delegados gritando arriba "¡Cayo, Cayo!", y comentando entre ellos, y con quien se encontraban, que "Cayo o tongo", este decidió no presentar su candidatura y por eso no fue elegido coordinador”.

El episodio de “Cayo o tongo” también lo recopila en su blog personal el coordinador provincial de la formación, Luis Ángel Aguilar, bajo el título Porque (sic) no voté a Cayo Lara. Que, entre otras cosas, no lo votó porque iba en otra lista. Y no se le pueden pedir peras al olmo. ¿O alguien imagina a Gallardón votando a Esperanza Aguirre? Pues eso.

Así se explica la anomalía de que, hasta la fecha y desde la IX Asamblea, la coalición no contara con un coordinador general. Ahora bien, más importante que la figura es que exista una línea de acción política definida, y aquí es donde tiene que jugársela el de Argamasilla de Alba. No vale ya el “todos caben”, aunque Aguilar se empeñe en ello, seguro que con toda la buena intención del mundo.

“Aquí cabemos –asegura en su bitácora digital– todos los colores, rojos verdes y violetas, y todas las sensibilidades de izquierda, desde los necesarios comunistas, hasta los cristianos de base, desde pacifistas a antimilitaristas, feministas y alterglobalizadores, defensores/as de los Derechos Humanos y libertarios, ecologistas y republicanos, sindicalistas y obreros, gente de izquierda, socialistas que ya no quieren taparse la nariz, y toda esa buena gente que sabe que el bipartidismo es malo por naturaleza”.

Lo cual no está nada, pero que nada mal... si encontrase en las urnas el reflejo de ese abanico al completo, que por lo general opta por quedarse en casa o votar más sobre seguro –¿alguien oyó PSOE?–, cuando llega el momento de citarse con las urnas.

¿Cuál va a ser el proyecto de Lara? ¿Priorizar la reforma de la Ley Electoral, o la vuelta de IU a la etapa dorada en la que soñó con 35 diputados, en 1996? ¿Agitarse de forma espasmódica con el bipartidismo, o tomar las riendas, enseñar las fauces y mostrar una senda como está haciendo, nos guste o no, Rosa Díez? ¿Sumar voluntades o restar fuerza?

Es necesaria una izquierda a la izquierda del sistema, ahora que el capitalismo neoliberal nos ha demostrado que es un pánfilo incapaz de vivir de su propio éxito. Es tu oportunidad, Cayo. Utilízala.

20081209

0
La uve pequeña de Starsky y Hutch

Suerte ésta de la memoria. Selectiva, claro. Qué remedio. Cada cual con su cruz y el sonrojo en casa de todos. Tres años, 1995, 2001 y 2008 se me cruzan como una ráfaga en la conciencia al escuchar la historia del chico de 23 letras que se acaban de cepillar en Grecia, Alexandros Grigoropoulos.



El director del Máster de la Universidad Complutense de Madrid, un cruce entre dandy británico y comunista italiano llamado Alejandro Pizarroso, explica en sus clases que la democracia, como cualquier sistema político, se encauza a través de la gran P de la Persuasión. Es decir, el conjunto de sistemas y valores que hacen posible organizar la “p” pequeña y la “v” pequeña. Esto es, la propaganda y la violencia.

Desde ese punto de vista, cualquier sistema político se organiza a través de una propaganda institucional, que utiliza para autopropugnarse como en el mejor de los posibles de organización de la convivencia. A su vez, encomienda el uso legítimo de la violencia a un sistema policial y/o militar encargado de entrar en acción cuando la “p” pequeña no sirve para acomodar la gran P al conjunto de corrientes y contracorrientes que conforman una sociedad.

Ignoro si la contracorriente que está generando en Grecia el fin de la fiesta especulativa, inmobiliaria y financiera es lo suficientemente fuerte como para poner a prueba la resistencia del triángulo del poder. Pero sí sé que el ejercicio legítimo de la violencia a cargo del Estado no es siempre como nos la cuentan.

El mismo escalofrío que me recorre la espalda al conocer la muerte de Grigoropoulos me sacudió en julio de 2001 cuando un muchacho, cuyo único mal conocido era hacer frente a la gran “P” de la cumbre del G-8, falleció bajo las ruedas de los carabinieri. Estos últimos tenían miedo, pero Carlo Giuliani, a diferencia de los policías italianos, y de los griegos, ya no puede contar su versión de la historia. Saberse cómplice uniformado de un asesinato de Estado no debe ser agradable. Pero saberse muerto, a fuer de no tener señoría a quien narrarle la historia, debe serlo mucho menos.

La historia de la “v” pequeña no es como nos la cuentan. Hace 13 años me vi enredado en una buena tunda en las céntricas, tramposas y conservadoras calles del centro de Madrid. Se lo cuento. Pecadillos de juventud, pero pagaría por volver a incidir en ellos.

El motivo de la manifestación no era precisamente legal: se buscaba defender la continuidad de una casa okupa (qué ocurrente hablar de eso ahora, justo ahora, que la vivienda ha pegado un petardazo). Las intenciones de quienes acudían a ella, si me apuran, tampoco: no faltó la instrucción de que acudiéramos cargados con pilas en los bolsillos. Quien suscribe, y quienes le acompañaron, no llegamos a tanto.

Si ilegal era el motivo y la intención, no menos ilegítima era la brutalidad de la respuesta que nos esperaba uniformada. Aquello parecía un pueblecito castellano de los de tres vacas por habitante, sólo que en su versión de número de agentes por jovenzuelo. La dispersión fue más rápida que la entrada de los marines meid-in-iu-es-ei en Bagdad. Así que, greñúos y apaleados, no nos quedó otra que pasear por las calles matritenses.

Pero ellos, los que luego figuran como heridos en los recuentos oficiales de los encontronazos, no tenían bastante. Nos persiguieron por la derecha y por la izquierda, con radar y con olfato de perro de presa. Tratando de zafarnos de una represión kafkiana, vimos pasar a nuestras espaldas, calle perpendicular, siete y media de la tarde, frío de noviembre, a una de aquellas “lecheras” pánico de antisistemas y demás aprendices de brujería izquierdista.

Pasó de largo… segundos después, daba marcha atrás y enfilaba por nuestra calle. Nosotros, jóvenes e indocumentados pero con bastantes menos lumbreras que las de García Márquez, optamos por aquello tan castizo de “to er mundo é güeno”, y nos dio por acudir al socorro del vecindario. Se lo dejamos en bandeja. A huevo. Mejor imposible, con el permiso de Jack Nicholson. Se hicieron llegar hasta el portal por el que nos habíamos colado, señora ábranos por favor. “¿Por qué?”. Porque nos sigue la poli. Joder con la respuesta. “Pepe, echa la cadena, y llama a la policía”.

Ellos, los agentes, nos hicieron pasillo en la escalera, en el rellano y en cuantos puntos quisieron de camino a la calle. Pim. Pam. Ostia en la cara. Bollo en la espalda. Brecha en la cabeza. No pidieron los carnets. No nos llevaron detenidos. Sólo nos golpearon. Y no salió en la prensa. No hubo versión oficial. Tampoco contraoficial.

Que ahora la universidad, el partido comunista griego y la juventud mileurista, precaria y cabreada ponga en jaque a la “v” pequeña de la gran “P” no me parece del todo desacertado. Quizá no tienen razón. Pero es para mosquearse. Y para dar, de una vez, la otra versión. La de los palos gratuitos y los mitos de Starsky y Hutch.

Con mis respetos a las fuerzas y cuerpos de seguridad, constituidas, en su inmensísima mayoría, por profesionales que se dejan la piel día a día por garantizar los derechos y deberes reconocidos y exigidos en la Constitución Española de 1978.

20081202

3
El perfume de Guevara y el temple de Saint-Exupéry

La locura no se cura, me dijo tiempo ha un conocido. La locura de la actividad que engancha, de la vocación, de la pasión con la que uno se vuelca en su quehacer. Mi primer recuerdo de la locura albaceteña es la del relator especial de vivienda para la ONU, Miloon Kothari, de visita en España el 1 de diciembre de 2006. Venía a avisarnos de que se nos acababa la fiesta, pero le llamaron de todo: agorero, catastrofista, antisocial. En fin. Servidor le dedicó unas líneas bajo el título Tú calla y sigue limpiando.



Unos días después UGT y Feda enloquecían y se descolgaban de la unidad de acción sindical y dejaban a CCOO fuera de un acuerdo para los trabajadores del Comercio, que se saltaba las normas básicas de cualquier convenio colectivo. Ambas centrales tenían razón: unos, porque era cierto que aquello era una puñalada trapera por la espalda; otros, porque siempre es mejor algo que nada. Y no están nunca los tiempos, ni los boyantes de ayer ni los del batacazo de hoy, como para buscarle las cosquillas a la patronal.

Al poco, la locura tomó forma de comicios municipales y autonómicos...

Carreras pasadas las once de la noche porque a los socialistas de encuestas triunfales se les había caído el concejal número 14 cuando el recuento alcanzó, ojo, el 99,52 por ciento. Nunca, creo, en la coja historia democrática de España tan pocos votos decidieron tanto: dar alas al único asiento de la “verdadera izquierda”, cuyo voto resultaría fundamental en todas las decisiones de futuro, desde los aparcamientos subterráneos hasta el desarrollo sostenible. ¿Es o no es para volverse locos?

Pues no se cura. Cuatro asociaciones de vecinos decidieron que ya estaba bien de hacer de la fuerza de todos un punto de apoyo, y se declararon república independiente de la Fava de Ikea Hurtado. Llevaban el billete de ida y vuelta, pero en el momento de la bravata no lo sabían. El cisma fue sólo un susto. Andando el tiempo, resulta que no sólo no hay ruptura, sino que los vecinos piensan ya en una federación de carácter provincial. A eso le llamo yo conjurar los malos espíritus con acierto y decisión.

Para diabluras, las de la firma Aquadeus, filial de una cárnica murciana de ingente tamaño, que lleva años viendo en el río Arquillo la gallina de los huevos de oro. De un caudalímetro permitido de 9 litros por segundo a secar una fuente de la que manaba, cuentan vecinos de mirada noble y palabra sensata, 11 veces más agua. Una de esas historias que en la profundidad manchega se paga con amenazas veladas e intentos de descrédito informativo. Es para perder la cabeza.

Como lo es, también, que justo antes del petardazo inmobiliario, y cuando ya todos nos olisqueábamos que había que volver al palo y tente tieso, la CCM presentara las mejores cuentas de toda su historia. Pero el caso es que sí, que echabas números y era para quitarse el sombrero. Voilà!

Todo se acelera, para enloquecernos aún más. El flamante presidente de las Cortes se postula como nuevo secretario provincial del PSOE, y lo logra. Mientras Pardo luce y el Dow Jones se resquebraja, un juez de la inmensa talla moral de Juan Gelmán recuerda en Toledo que las pasó putas por querer enchironar al senador Augusto Pinochet. Y, por si no teníamos bastante, Urbanismo echó a patadas a quienes quisieron llegar “Bienvenidos” a la carretera de Jaén.

Pedro Ángel Rubio Lara se hizo con la jefatura de la Policía Local, aunque su estancia al frente duró menos de lo que cabía esperar, porque Angelina Martínez se lo llevó a la flamante Consejería de Justicia y Protección Ciudadana; y, antes de decir amén, Barreda remodeló el Gobierno, dijo, y dijo el Ejecutivo, para dar ejemplo ante la crisis. Aunque para remodelaciones, ninguna como la de Castell. Tú a Boston y yo a California. Carmen Oliver tomó las riendas de Harvar para construir el “futuro inteligente”. A fe mía que no sé si es futuro ni inteligente, pero que bien vale la pena seguir su política, muy diferente a la que nos tienen acostumbrados las y los mandamases. Su acción lleva el perfume de Ernesto Guevara y el temple de Saint-Exupéry. Conviene no perdérselo.

Mientras tanto, los ganaderos se paseaban con más vacas flacas que nunca. Era un ganado perdido, y perdonen el juego de palabras. Tiempos de locura en los que los guardias civiles de Agustín Clemente han logrado para sí muchos más derechos de los que podrían haber imaginar. O, por ser pulcro con el lenguaje, que no se estila, de los que habrían imaginado conquistar.

Y todo lo que les cuento, y lo que no les cuento porque no cabe, pasó en sólo dos años. Oigan, yo no me curo, y firmo por otros dos. Siempre que ustedes quieran... e incluso si no quisieran. Salud.

20081125

10
La turbamulta de los crucifijos

Ala mayoría de los españoles no les molesta un crucifijo en las aulas, dice la Cospe, para justificar que los obispos vuelvan a caer en la connivencia con los postulados más retrógrados del Partido Popular. A mí, de manera escueta y sucinta, tampoco me molesta, a pesar de que el gran negocio de Roma lleve 2.000 años jinchándose a base de meternos el miedo y sacarnos los cuartos.



No, el crucifijo tal cual, amiga María Dolores, cardenal Amigo, Papa de los cardenales, no me molesta. Más bien me la trae floja: oigan, los chavales con más entendederas saben ya, desde los cinco años, que Caperucita Roja se trajinaba al cazador y que, sotana más sotana menos, se puede estar a dios rogando y con el cimbrelillo dando. Así que no hay cruces que se interpongan en su educación, por llamarle de alguna manera a lo que las Logses, las Loces y las Loes han hecho con la enseñanza, hubiera o no hubiera crucifijos con los que espantar a la chavalada.

Lo que me fastidia sobremanera es que la mayoría de los españoles, de este pueblo ingrato y falto de memoria, tan amigo del rencor como de la picaresca, hayan estado siempre dispuestos a morder la bicha –y lamer la picha– de sus mandatarios...

... A hacerles la tres catorce, pero siempre de boquilla; porque en el fondo se arrodillan y practican la genuflexión. Y claro, los que parten el bacalao, que para eso son también españoles, hacen vivaqueo antes que política, sabedores de que hay una opinión pública maleable, amorfa y sin criterio. Española. Pero eso sí, con crucifijo. Siempre con crucifijo.

La mayoría de los españoles, y cuando digo mayoría hablo de turbamulta, de masa, y no de compatriotas, cometió hace 200 años la parvada de salir en tromba a defender sus costumbres premedievales frente a las ilustradas tropas del bonapartismo. Lo que tan bien describió Pérez-Reverte en Una Intifada de navaja y machetazo: “en 1808 –o unos años antes, cuando todavía era posible, quizás, una guillotina en la Puerta del Sol– los españoles nos equivocamos de enemigo. Error del que, doscientos años después, todavía pagamos las consecuencias”, según cita recogida en Wikipedia.

Es decir, a la mayoría de los españoles no le molestó, en 1812 ni en 1823, que continuara el poder escalofriante del monarca más absoluto y más funesto de la siempre nefasta historia borbónica, Fernando VII. Porque él portaba el crucifijo, mientras que el invasor francés extendía la laicidad: el César a un lado, y dios al otro. Han pasado dos centurias, y ni los pepos extremos ni los jerifaltes beatos se enteran de la misa la media.

Disculpen las “molestias”, pero me permito recordar que tampoco molestó a la mayoría de los españoles, qué cosas, expulsar a los moros o arrinconar a los judíos, gracias a los cuales esta Iberia tuvo acceso al álgebra, el tratamiento de aguas, las finanzas, la obra civil y la medicina; por no hablar de las aportaciones literarias, musicales y de organización territorial. Bienes que después, esa misma mayoría, esa misma mano oculta, pagó con exterminios, persecuciones y, cómo no, faltaría más, crucifijos. Muchos crucifijos. Millones de crucifijos.

No le molestó, a la mayoría de los españoles, que las fuerzas monárquicas y mojigatas fueran con el susto del vasallaje por los campos españoles en el año 1931, elecciones ganadas en minoría por los republicanos de aquí. 77 años después, los republicanos de allí, los de EEUU, repiten la misma historia: Obama se impone donde acampan la cultura, la urbe, la amplitud de miras, el cosmos y la polis; y McCain se hace fuerte allí donde impera el silencio, la rudeza, el golpe al pecho y la fe, es decir, el crucifijo; siempre el crucifijo. Monárquico, creacionista o anglicano, siempre hay un crucifijo dispuesto a ser utilizado cual saeta contra el ser humano librepensador, independiente y sin más dios que el dictamen de su conciencia.

No. A la mayoría de los españoles no le molestó que desde el año 1997 las conversaciones en público del “qué barbaridad, donde va a llegar la vivienda”, se quedaran en privado en un “a ver si pillo el próximo chollo”. Como tampoco les molesta ahora que el festival haya tocado a su fin: la culpa es de ZP, y con eso basta. Y sobra. Pero con crucifijo, muchacho, muchacha, no te olvides nunca. Ten fe, y dios proveerá.

Amiga, Amigo: a la mayoría de los españoles sí les molestó no saber qué carajo se nos había perdido en Bagdad, y entonces ustedes no hicieron ni puñetero caso. Pero nos pidieron, como hoy, fe. Devoción. Así que por mí, sin acritud alguna, pueden meterse el crucifijo por el orificio de la verdad que les dejó el primo Bin Laden en El Pozo, Santa Eugenia y la estación de Atocha. Y ahora, a rezar.

20081121

3
Madera de B.O.G.

Estoy por terminar de creerme el asunto éste de la perspectiva de género, que esta semana ha desarrollado con tan buen acierto el Foro de la Participación albaceteño, en lo tocante a su aplicación al planeamiento urbanístico.

Tomemos nota de una realidad que tenemos a mano, la firma de mujer que tiñe de una forma diferente de hacer política el Ayuntamiento de Albacete: Bayod, Oliver, Gualda (B.O.G.). Eso sí que es madera, y no la de Boj, la de Cela.

No son líderes al uso. No hace falta decir nombres, que ya ustedes son mayorcitos, para saber quién es quién y cómo se las gasta. Una aporta la dimensión del alma, lo inmaterial y lo que va más allá de la realidad contante y sonante. Otra es la chispa, vivaracha, deslenguada, ácida, vivaz. Y la tercera es la mordacidad aguda, la mirada despierta, la crítica insaciable, la mosca cojonera.

Vayan y comparen con el sector masculino de la cosa política, da igual el color: agresividad, desplantes, chulería, arrogancia y praxis exasperante campan a sus anchas.

Estas tres damas de la política, aunque no sólo ellas, están a punto de conseguirlo, de que me crea a pies juntillas y sin aspavientos la llamada perspectiva de género. Seguiré pensando que el nombre es inadecuado, como el de “violencia de género”. Antes bien, la considero un “género de violencia”, aquel propiciado en el ámbito doméstico a propósito de la repugnante cultura del sometimiento de las mujeres a los dictados del rey de la jungla humana, el macho hombrío, obturador del poder y procaz extensión de la ambición desmedida.

Pero serán matices. Sí. Hacen falta más perspectivas valientes y con firma de mujer en el mundo. Aunque sólo sea para compensar una herencia bochornosa: el rol de género dispuesto, impuesto y compuesto por y para los hombres.

Vayan y comparen, me permito insistir, con el sector masculino del empeño político: altanería, dictablandas, afán infinito de control sobre la vida ajena. Afortunadamente, hay excepciones. A esos otros hombres también los considero de esa madera especial: la de B.O.G. Ojo, no de Vogue.

(foto: Flickr)

20081119

0
Juro que el camuflaje es involuntario

Publicado el 18 de noviembre

Tengo que estar, me dije. Me disculpen el arrebato de egolatría, pero es uno de los pocos en los que, me atrevo a juzgar, caen desde el hijo de las Calzas Largas hasta la prole del pulimentador: mirarse a ver si está en el listín telefónico, ahora que la más grande entre las grandes, reina de los millones de Villalonga y de los riñones de Alierta, ha vuelto a repartir sus páginas blancas, amarillas y arco iris a los pobres diablos usuarios de la línea de cobre.

Tengo que estar. Es lo mínimo, después de un par de años batiéndome el cobre por ser uno y no más de los descendientes de Figueroa, en una de tantas tierras asoladas por el cainismo. Con lo que me he pegado por que las envidias crean que me dan con formas consagradas hasta en el carné de identidad, sabiendo, yo más que ellas, que sus cuitas y mis broncas eran, para el común de los mortales albaceteños, menos que diabluras. Directamente no existen. Pero los errantes y los pobres de alma creen que la fama bien merece incurrir en el ajusticiamiento. Allá ellos.

Así que sí, tenía que estar. Después de haberle llamado de todo a los peperos y haberme callado menos de lo que sé sobre los rojeras progres. Después de haber puesto en la picota a todos los gremios altaneros que se me han cruzado en el camino, algunos con más verborrea que otros... y peor baba. Después de haberme puesto gorra contra quienes querían correrme a gorrazos, y haberme quedado calvo para quienes quisieron dedicarme un calvo, lo mínimo era estar presente. Contante y sonante, rediós, piticlin, dígame, sí, aquí teléfono de la esperanza, el lugar adecuado para ponerme verde.

Lo mínimo que esperaba era un recuadro, tipo anuncio, con el dibujo de un tomate al lado, en clara y nada sutil referencia a lo que cualquier desalmado podría echarme a la jeta. Siempre y cuando se le antojara. Porque enemigos no faltan, en potencia: los chavales de ETA, a los que por activa, por pasiva y por perifrástica he llamado niños de papa y muchachos de teta fofa: mamá, sácame de la cárcel o me pongo en huelga de hambre.

Más: los curas más preocupados de las cosas de la moral que de los vericuetos de dios, amigos de la pandilleja de desagradecidos con la historia que les hizo libres y con derechos democráticos, reyes y reinos incluidos, expertos en oponerse al todo invocando el nombre, léase matrimonios homosexuales. ¿Me tenía ganado o no el hueco en el listín?

La verdad es que sí. Por listín, justamente; que ya lo dice el colega J.A., que somos un país de listos. De listos, y de inteligentes, remacha, por si a alguien no le queda claro. Sobran ejemplos: ¿ZP se queda sin ir al G-20?, será porque es un inútil diplomático; ¿ZP consigue la silla en el G-20?, ah, en ese caso es que va de prestao, así que también es un inútil diplomático. País demencial donde no importa el argumento, sino la conclusión. Estas mismas líneas son vivo reflejo del escupitajo verbal que campa a sus anchas en la neurona ibérica, barbitúrica, impávida, embustera.

Por eso, además, por darle caña a los míos, sean de donde sean los míos, que no tengo más patria que la bondad ni más frontera que la ilusión de un mundo mejor, creía yo que me tenía ganado un sitio brillante y pulcro en las páginas de los muchachos del ADSL capado. Una reseña en negrita, gorda, palpitante. Solicitada por quienes espolearon a Francisco José Alcaraz como agente político, por quienes dijeron que esto de las inmobiliarias eran cuatro pipas, o por quienes se subieron al carro para azotar a un Gobierno que tiene tanta culpa como las cuentas de Rodrigo Rato: empleo precario más despidos gratuitos igual a pleno empleo. Así cualquiera. Y que la banca gane, eso siempre.

Pero nasti. Mis ilusiones al traste. Algún inepto se ha comido la eñe en la ofimática de los telefónicos, y estoy donde no debo, sin eximentes de enajenación mental transitoria o las que pudieran aplicarse al caso. Ya lo siento. Paciencia. Lo mismo el año que viene tenéis más suerte, y me encontráis a la primera de cambio: juro que el camuflaje es involuntario.


(foto: Flickr)

20081117

2
Cortarse las venas esta noche en Campollano


Publicado el sábado 15 de noviembre


No me odan. Con “ge” no, escríbanmelo con “jota”. Es decir, con “jota-e”. Es decir otra vez, con “je”. Porque es para que nos dé la risa floja. Nada de G-20, y mucho de Je-20. O de jejeje.

Ahí están desde ayer los 22 mandatarios, que no 20, merced a invitaciones y no sé qué más apaños; cual jugadores moscardnes de dos equipos de tercera regional y dando gracias, haciéndole las gracias a los que cortan el bacalao, y simulando que tratan de batirse el cobre por meter gol en la portería contraria: tanto para la socialdemocracia, tanto para el neoliberalismo.

Que no. Carape. Que no. Que ha sido, es y va a ser un circo. Que lo que importa es la cena de anoche y que mañana al mediodía no falten las cañas. O lo que sea costumbre en los mediodías post-jolgorio de un mal domingo en Washington capital. Que ni refundación del capitalismo ni Cristo que lo fundó, valga la redundancia.

No se lo crean. No van a mover un dedo por evitar que Paco, que debe tres recibos y veinte pagos a clientes, se corte las venas esta noche en Campollano. Eso sí, cuando llegue la hora de votar sacarán pecho. Recuérdenles, entonces, si pueden, el mal partido de fútbol qe nos vendieron este fin de semana.

Con mis respetos.

20081107

2
Cuentos de otoño: la utopía roja y el capital feroz


Publicado el 7 de noviembre como pieza anexa a la entrevista a Francisco de la Rosa, con motivo de su reelección al frente Comisiones Obreras en Albacete.


"Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia y no saben leer o no tienen con qué". La cita es del escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor, entre otros títulos, de Patas arriba: la escuela del mundo al revés.

Y así, patas arriba, es como nos han dejado los últimos diez o doce años de festín, de baile obsesivo, compulsivo, cerril. Tan ocupados hemos estado en mover la cadera que nadie se preocupó de dar de comer a los músicos. Se les exigió más ritmo, más alegría y más sonoridad; al servicio de camareros del banquete se le exigió más comida y más sabrosa: el paladar económico cada vez distinguía menos entre la morralla y la calidad, pero, total... ¿qué más daba? ¿A quién le importaban unos cuantos platos rotos?

Algunos qusieron llamar la atención con la eficacia, con la innovación: no se estaba bailando mejor, sino sólo más rápido, y con la única consigna de "hasta que el cuerpo aguante". Que no aguanta, por cierto, a perpetuidad. "Callad ignorantes", les replicaban. Y añadían con sorna: "utópicos". De la Rosa se considera miembro de ese equipo de utópicos... soñadores

Ejem. En su día también fue utópico ver a un negro en la Casa Blanca, ¿se acuerdan?. De Obama a, otra vez, Galeano: "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar".

20081104

4
Ni expañol, ni ezpañol, ni antiespañol


Publicado el 9 de septiembre de 2008


Dengues de señorita clorótica. Puerto de arrebatacapas. Frotarse los élitros. Qué, ¿pone o no pone? Sí. Confieso que he leído con destornillador, sin vodka y sin naranja. Y me ha dado, cosas de estar ya de vuelta de la izquierda y jodido con la derecha, por echarme a cuestas a don Fernando.

Ay, Fernando, Fernandito, ¡pájaro, que estás hecho un pájaro! Sánchez Dragó, cuánta razón tienes. Si habla mal de España, es español, es el título de tu libro. Dado sea por válido siempre y cuando te apliques a ti, el primero, semejante acusación. Por mucho in dubio pro reo que le quieras echar, y de paso me largo unos latinajos de los que te gustan: descenso ad inferos, pro doma sua, nomen est omen.

Y el caso es que sí, te lo aplicas.

... Porque bien sabes que en esta nación de pendejos meritófobos (aristofobia, dices tú), escribir navajazos intelectuales como los que perpetras en nombre de la inteligencia supone que, automática e indefectiblemente, te pongan en la picota.

Chafarrinones. Bicho semoviente. Refitolero restaurantón. Habrá quien diga, don Fernando, que escribes de forma diccionarial, esto es, buscando bichos raros en el manual del sr. Seco (otro don), y buscándoles sentido a posteriori. Pues quizá. Pero da gusto zambullirse en tu "diccionarismo": el cerebro aprende y cultiva; afición ésta que el deporte nacional por antonomasia, la envidia, el arresto y paseíllo a los intelectos críticos, suele echar por tierra.

Confesémoslo. Los españoles somos rastreros. Garrapatas del orden. Despreciativos con el derecho, pero inamovibles en las exigencias. Bichejos de la convivencia, pero artífices de la hipocresía social. Zumbones. Mareantes y maleantes. Españoles, sí, ergo guerracivilistas, fratricidas y egoistones, quieroynopuedos perpetuos. Todo eso lo sabes ver, Fernandito, pájaro, y como estás más camino de la tumba que de la gloria, te puedes permitir pensarlo. Y escribirlo.

Fíjate si seremos raros los españolitos, que entre todos hemos conseguido que tu libro vaya ya por la quinta edición (la mía), o quizá la sexta. Que no está mal, ¿verdad? Si es que encima nos gusta que nos den caña, que nos muestren las vergüenzas, y que los cuatro sin hiel y sin escrúpulos que en toda encomienda pululan te cuelguen en el palo mayor, en porreta y en plaza pública, para que el 99 por ciento restante, cobardes sin reparo ni reparación posible, aplaudamos con las orejas, con el chichi o con los huevos de avestruz que gastamos por cojonera. Moscas, que somos como moscas.

Derecha clorótica. Jóvenes ignaros. Curas del aretino, mujeres de Bocaccio. ¿Lo ves? ¿Lo estás viendo? Ni siquiera tú puedes evitarlo. Caer en el insulto, en el dedo inquisitorial, en el juego floral del emputecimiento patrio. Ni expañol, ni antiespañol, ni ezpañol: tú eres español de pura cepa, de raigambre castiza, de asilvestramiento verbal, incondicional ejemplo de ética inverosímil y atenuada. Por mucho que te reviente que te lo recuerden. Has de cargar con ello. Sólo que tienes una categoría de escándalo. Y mi menda, imitatis imitandi, trata de emularte. Más tengo yo que perder. Tanto a mi favor.

Por lo demás, me asquea tanto mi país como a ti, esquéletico como está de memoria y de conciencia, poblado y repoblado por nobles obreros, obreros fachas, fachas carcamales y carcamales hideputa que se han pasado media vida maltratando a sus hijos y su mujer. Lleno de mujeres que imitan a los hombres invocando el feminismo, lleno de ismos con los que propios y extraños se entrecruzan venganzas del pasado, lleno de un pasado inconcluso y vergonzante, lleno de un futuro de arrebolada desesperación por ser más pícaro, más ignorante y más quebrantahuesos que lo que ya, por desgracia, hoy día nos gastamos.

Niñas zanguangas. Visaje filosófico. Dioses lares, manes y petates. Así es tu apasionado, encabalgado y dentelleante perfil de tu país, al que, justo por ello perteneces de forma radical; no por derecho de suelo, ni de sangre, ni de gentes, sino por la agresividad conceptual, ingrata, rencorosa y explícita, con la que buscas, otra vez, otro Gólgota, una crucifixión de tus compatriotas. Una vez se sobrevive a la primera, el resto son solazares de perfil nietzschano. Es más, estoy pensando en enviarte estas líneas; sólo, huelga insistir en ello, para que me pongas a caldo. Si no, es trampa. Y así no juego.

He vuelto de vacaciones. Y con la sana intención, aunque adivino que arriesgada, de no pedir perdón a nadie. Aunque sólo sea porque yo voy primero, y estoy extenuado de ceder el turno a quien no se lo merece.

20081028

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Balada desde la cárcel de los adictos al pan y circo

La verdad es que no salgo de mi asombro. Debe ser por aquello de que las redacciones de este medio y de la prima-hermana Visión Seis nos hemos trasladado cerquita de la cárcel –con la boca pequeña, no es oficial–, pero de pronto me ha surgido una insana curiosidad por todo aquello que tiene que ver con las rejas y con la profesión más antigua del mundo –el chismorreo, ironía en modo on–.

De ahí que tome nota de la ocurrencia de bombero retirado, con mis excusas a los del mono rojo, que han tenido taytantos medios de enviar a sus periodistas a pasar una noche en un penal catalán de próxima inauguración. No doy crédito al festival de despropósitos que tomó forma de reportaje cutre y baratero, en mi pantalla, el sábado al mediodía.

Ahí los tenían, a los valientes antifaces de la información diaria, batiéndose el cobre para “saber qué sienten los presos”; dispuestos a pasar una noche entre rejas y, de paso, a ser protagonistas. Que es el no va más de la tontería hecha prensa: yo, informador; yo, noticia. Trampa argumental: tú, informador; el resto del mundo, noticia.

El rosario de estupideces que dice la locutora en cuestión es digno de estudio. Dejo al beneficio de la duda si las ocurrencias se deben sólo a su sesamen, o si son obra de un jefe que sólo se fija en su tetamen. Pero la sarta de tonterías es mayúscula. Por ejemplo: “los funcionarios nos desposeen de todas nuestras pertenencias y dejamos de ser periodistas para convertirnos en reclusas”. Claro. Muy bien. Es por eso por lo que pasáis con la cámara al interior de las celdas. Porque sois presas comunes. No te jode.

Más allá de la incapacidad para juntar la “pe” con la “a” y que suene a “pa”, la cosa va a mayores. “Cuando se apagan las luces del penal, sólo queda la soledad y la angustia”. Ea, nena. Quien lo diría con los compadreos juerguistas, las miradas cómplices y las risotadas complacientes cuando tú y tus compis salís, al día siguiente, por la puerta del penal, con el puntito folclórico de llevaros en una bolsa de plástico los efectos personales.

Puntito que, no podía ser menos, convertís también en noticia. Vuestros carnés, vuestros bolígrafos, vuestra drama de vida entre rejas... y nuestra –vuestra y mía– profesión arrasada por quienes pusieron todo su empeño en eliminar el pensamiento crítico: las bazofias del corazón, los aldabonazos intelectuales de los Grandes Hermanos y las Islas de los Famosos, la castración informativa de los Está Pasando y los España Cañí Directo, los correveidiles de la pantomima, los “panzer de prensa” de la clase política, el lenguaje idiotizante de los bon vivant de la burocracia...

Entre todos la mataron y ella sola se murió. La profesión. Unos alimentaron el ego, el yo, el mí, el me, el jopé y el “nosotros-los-chachi”. Adictos al pan y circo. Otros, aprovechando la coyuntura, incentivaron la censura disfrazada, la compra de voluntades, el silencio anestesiante y los gabinetes de prensa de trama más compleja que El Proceso de Franz Kafka.

Y ya que el Júcar pasa por Albacete, les bajaron los sueldos, les aumentaron la presión y les precarizaron la vida. El periodista había dejado de ser un engranaje entre el poder y el pueblo, para convertirse en una pieza de recambio maleable, dúctil y amorfa. Pronosticaron la muerte de lo profesional y acertaron: sobrevivió sólo el elemento laboral, la pluma sin veneno, el relleno por el relleno y el sobeteo con el que manda. Y así estamos.

Ya saben la mayoría de ustedes la opinión que se gasta mi menda sobre lo fácil que es que alguien del gremio venda a su madre con tal de obtener un titular sonoro; verdadero o no, pero potente. ¡Si al menos fuera cierto! El problema es que ya ni en esas estamos. Hoy sólo queda el innegable tufillo a afán de autosatisfacción y egolatría que se enseñorea de los profesionales de esta cosa mal llamada periodismo (quien firma, seguramente, también). Ése es el veneno que un día probamos sin saber que nos sentenciábamos a muerte: yo, informador; yo, noticia.

Y no. Era otra cosa: yo, informador; el resto del mundo noticia. Pero hoy abundan los cientos de miles de guiños aquí y acullá, disfrazados de opinión editorial o de noticia de actualidad, en los que el autobombo corporativo cobra acentos dramáticos. Parece que nadie se da cuenta de que ése fue el principio del fin, y que las noticias sobre periodistas interesan, básicamente, al colectivo. Y a nadie más.

Aun así, no puedo evitar referir la contradicción que supone el hecho de que estas mismas líneas, también, se olviden del resto del mundo, de la noticia, y se centren en el yo-informador. Enésima vuelta de tuerca sobre un asunto en vía muerta: el porvenir de una profesión, ésta, tan apasionante como llena de vericuetos nauseabundos.

20081025

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Hijo de crápula

Pues me voy a jinchar. Como sea verdad que al alcalde de Puerto Real le van a empurar por injurias contra el rey, al Altísimo pongo por testigo de que me voy a jinchar a ganar cuartos. Pues si el de Izquierda Unida ha llamado “corrupto” e “hijo de crápula” al rapaz del conde de Barcelona, yo tengo atesorada para mí solito, por mi propia capacidad y mi buen entender mi mecanismo, toda una colección de insultos hermosos –floridos–, hermanos –proletarizantes–, y hermesos, es decir, que son como una corbata de Hermés: queriendo echar una mano al cuello, sientan en realidad como un guante de seda.

No ofende quien quiere, sino quien puede. E, hijos de la misma condición, no se siente ofendido quien es atacado, sino quien con ello cree vituperada su esencia humana, es decir, su dignidad de bípedo semiconsciente. Seguro estoy de que Juan Carlos, que no es menos que mi menda –pero tampoco más–, se parte la caja cada vez que un simple mortal, se llame nieto municipal de Carrillo o sobrino radiofónico de Escrivá de Balaguer, le llama lo que todo el mundo, más que menos, dice, comenta o explica de él: mira, Puri, un amigo de un conocido que informó a un periodista que se hizo pasar por fuente oculta de un programa de Ana Rosa ya avisó, en su día, de que el Borbón flojeaba más de esto que de aquello. Y tal y cual.

La clínica del rumor es así. Tiene un funcionamiento imparable. Desde los lametazos del canino Ricky Martin en las vergüenzas televisivas de Isabel Gemio, hasta las mafias que te dan a oler éter en un aparcamiento con el gancho de que están promocionando un perfume. Suma y sigue: la Guerra Civil la empezaron los huelguistas del PSOE asturiano en 1934, Garzón quiere insultar a media España o no nos oponemos al matrimonio homosexual pero sí a que se llame matrimonio. Del rumor a la mentira no hay distancia. Y entre la verdad y la mentira, la distancia es más larga que la del rumor, si bien similar: llámase rubor. Vergüenza torera. Orgullo. Raza. Ein Journalismus, ein Handhabung, ein Wahrheit. Vayan al diccionario, que hay mil en internet.

Nunca pensé que el supuesto autor de tantos amoríos –o puteríos de alto standing, siempre supuestos, ni siquiera presuntos–, fuera a darme, precisamente, la guía con la que actuar. Con la ventaja, y diferencia insalvable, de que el del Palacio de Oriente no tiene nada que ganar, y quien aquí firma no puede perder mucho más. Así que tomo nota de sus acciones legales contra José Antonio Barroso, el alcalde en cuestión, y elevo mi voz para invocar que si él interpone una demanda, yo pondré dos más. Además, eso le tiene que sonar, porque el régimen que otorgó corona al marido de Sofía de Grecia, al hablar de las Naciones Unidas, vociferó en términos similares: ellos tienen UNO –United Nations Organisation–, nosotros tenemos dos.

Se podrá estar más o menos de acuerdo con el primer edil de Izquierda Unida en el contenido, las formas o el acierto de sus improperios –o descripciones temerarias–. Pero lo que no se puede es consentir el linchamiento vía Fiscalía para legitimar sine die la sopaboba monárquica. A quienes nos tira más lo violeta que lo rojo en la franja inferior de la bandera no nos importa que Juancar esté donde está por un “es que así fue la Transición”, un “no toquemos las pistolas” o un gracejo populachero a lo Spain is different. Pero ni la boda de Letizia-con-zeta, ni las fiestas que dicen que llevaron al duque de Lugo a arrastrar sus dolencias, justifican el cheque en blanco de involabilidad que se gasta la Familia Real. O, más bien, que gastan sus lameculos reales, además de regios, y de oficio, invocando las leyes de parte.

En caso de flagrante continuidad del correazo informativo a quienes disienten en público de los Borbones, y máxime si la Justicia no atiende mi requerimiento en igualdad de trato y agilidad de tramitación, me consideraré insultado, también, por los gestores de la cosa pública jurídica. Pero ni con esas tendremos palabras mayores. Guárdense las espadas, que no verán las mías batiendo el aire. Dejemos a cada cual lo suyo: los bajonazos son propios de las almas rastreras. Tanto, que sólo saben esgrimirse en grupo, y siempre para dar collejones al que asoma la cabeza. Por eso me cae tan mal la Fiscalía, y tan bien los alcaldes de IU. Y, desde ahora, por darme ideas para jincharme, el señor Rey.

20081014

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O nos calmamos, o nos compramos una isla

No me lo creo. No puede ser que antes del fin de semana los ejecutivos neoyorquinos barajaran el suicidio entre sus opciones razonables de muerte digna, y que ayer todas las bolsas pegaran un estirón aupadas por el plan de ayudas limitado acordado por el Eurogrupo, artista antes conocido como “los 15”. A los broker les sucede lo que a los niños que un buen día se ven con más de 30 años: que en su afán por no dejar de jugar, cada día se inventan recreos más arriesgados. Pero al final acabarán con los piños rotos y algún que otro hueso fuera de su sitio. Tiempo al tiempo.

Desde agosto de 2007, los inversores bursátiles vienen reinventándose a sí mismos, y a las reglas de juego de un mercado financiero convertido en sindiós, y en virgencita que me quede como estoy. Pero los datos a largo plazo son más fiables que los fuegos de artificio. Más vale “año a la vista” en mano, que “ochoporcientos” volando de subida o bajada en un sólo día en los principales parqués del planeta.

En noviembre y en diciembre del año pasado, el Ibex-35 marcó sus máximos históricos en torno a los 16.000 puntos. Una barbaridad y una desfachatez. Tan artificiales son esos picos como –cabe esperar, digo–, los valles alcanzados la semana pasada, en torno a los 8.000. No en vano, los expertos calculan que la actual barrera técnica del selectivo madrileño se sitúa, por la parte baja, en los 9.500 puntos, y que la fluctuación habitual debería conocer sus máximos en los 14.000 que registraba cuando en Estados Unidos estalló la burbuja de las hipotecas subprime.

Con esos datos en mente, y sin tomar como válidos los extremos –pues representan una perversión del sentido común–, sí cabe estimar que en los últimos 18 meses el valor de referente de las bolsas españolas se ha depreciado casi un 30 por ciento. Ergo, si las cotizaciones bursátiles son un indicativo de por dónde apuntan los tiros a medio plazo, la cosa pinta a blanco y en botella.

Las bolsas, con el Ibex a la cabeza, han alimentado buena parte de su carrera alcista parapetadas en la especulación inmobiliaria. Esa misma que hace dos años nadie reconocía y que hoy todo el mundo demoniza. Paréntesis: lo curioso es que suelten las fieras sobre el cervatillo zapateril, cuando han sido los cuatro años de Gobierno socialista los primeros, en más de dos lustros, en los que el incremento del precio de la vivienda era menor cada año. Los datos están ahí y las hemerotecas, para quien guste de consultarlas, también. Para el resto, expertos en hilvanar lemas de agit-prop cutrelux, pan y agua informativos, que no por más calidad que se les ponga lo van a aprovechar mejor. Pero me pierdo.

Todos conocemos los cantos de sirena de que el mercado inmobiliario ha pinchado, y que el día de mañana cualquier mindundi podrá beneficiarse un chalé con piscina en primera línea de playa. Pues tanto no, pero tampoco tan calvo como anotan los académicos de salón, que mastican vocablos como reajuste para tratar de taparse las vergüenzas de un pinchazo que ellos, más que nadie, estaban llamados a advertir.

La caída media de los índices bursátiles, arrastrada por el fenomenal batacazo de engendros especulativos como Colonial, debería permitir aventurar un retroceso de los valores inmobiliarios en torno al 40 por ciento. No es tanto, si se tiene en cuenta un factor: el incremento de casi un 250 por ciento de los precios de estos bienes entre 1997 y 2007, tiempo en que el IPC acumulado sitúa la inflación media en un 38,9 por ciento.

Para evitar las confusiones de los porcentajes, pongámosle a todo sus ceros y sus euros. Una vivienda que en 1997 costara 150.000 euros –cantidad entonces elevada–, se pagaba en 2007 a 525.000 –casi 90 millones de las antiguas pesetas–. En ese tiempo, una cesta de la compra de 150 euros habría ascendido a casi 210 euros.

Si la vivienda experimentara ahora una deflación de un 40 por ciento, el inmueble de muestra bajaría su precio a 375.000 euros. Esto es: a pesar de todo, el sector inmobiliario habría incrementado su precio en dos veces y medio su valor de hace diez años, muy por encima de la escala del IPC.

Así que, por lo pronto, lo que toca es dejar de enmarronar y que todo el mundo se calme. Ni los constructores van a perder tanto, ni los bancos van a quebrar (ése capítulo ya se narrará otro día), ni las bolsas van a regresar el calendario al año 1929. Entre otras razones, porque basta que se dé una de esas tres opciones para que cada cual piense en qué isla pasar lo mejor posible los próximos 15 años. Mientras tanto, que no me hagan comulgar con ruedas de molino. No me las creo.

20080817

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Séptima legio y kamikazes

Pos qué bonicos que están todos con sus banderitas, sonriendo al millón cuatrocientos mil “voluntarios” que la mafia del Gobierno chino secuestra para dar brillo, y esplendor, a la enésima muestra de miseria para con la raza homínida. Hace unos días me rilaba de que nuestros 27 concejalitos aprobaran por unanimidad una moción reclamando a Mr. Jintao más protección de los derechos humanos. Que ahí me lo estoy viendo, al titi: “Albasete desil más lespeto, menda sel ahola paltidalio de la democlasia”. Y, mira tú por donde, estoy por darle la razón a los oliverios, los bayodos y los gualdos: hace falta que hasta el último mindundi se moje el culo en poner en la picota a los de las estrellas amarillas sobre fondo de tela encarnada.



Ahora bien, con la misma, hay que meterle el dedo en la nariz (y podría optar por lugares asaz antihigiénicos y menos amables), a la hipocresía que nos estamos gastando. Que si sólo es deporte, que si menos política, que si más reírse de las tontás de turno que haga el abanderado de cada país. Pues no, repuño. De renacuajo no entendía el boicot soviético a Los Ángeles 84, precedido del boicot yanqui a Moscú 80. Pero no es lo mismo: entonces era un enfrentamiento entre dos gigantes, en el que todo valía para pegarle un pescozón al vecino de enfrente. Hoy no. Hoy es cuestión de derechos humanos.

Hace 40 años, en los Juegos Olímpicos de México, los atletas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos le pegaron un corte de mangas a los traseros acomodaticios de Norteamérica: se enfundaron un guante negro como muestra de desprecio a la política racial (¿o racista?) de su “gran nación”. Veremos si tenemos Smiths o Carlos en este Pekín, tan de marketing y tan de postín, que le canten las vergüenzas al capitalismo de Estado amarillo; y, de paso, a la mitad de los gobernantes del mundo (¡¡juas!!) “civilizado”, a los que se les antoja el trasero bebida gaseosa de extractos (esto es, se les hace el culo pepsi-cola), cada vez que codician el potencial mercado de los 1.200 millones de pares de ojos rasgados dispuestos a comprar lo que Papá Estado ordene.

Mi abuelo tenía en el recibidor dos llaveros. Los conoces, fijo. Son un clásico de bar de carretera. Uno decía: “Soy apolítico, lo mismo me dan los de la derecha que los joputas de la izquierda”. El otro, casi igual: “Soy apolítico, lo mismo me dan los de la izquierda que los joputas de la derecha”. Pues, yayo, con tu permiso, te tomo prestada la idea: soy anolímpico, lo mismo me dan (por ahí) los destripaterrones del Gobierno chino que los gaznápiros lameculos de Occidente. Voy a ir la fábrica de llaveros a ver si me hacen uno. Para lucirlo. Ay, Atenas, qué han hecho de ti.

(Sé que os había prometido, en privado, un artículo sobre la séptima legio, el año 217, los kamikazes y mil cosas más. Sorry. A la vuelta de Feria. Hasta entonces, con permiso, me voy de vacaciones. Au revoir!)

Publicado el 8 de agosto Página 3

20080805

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Que vienen los rusos

Ojalá vinieran. Y no porque tenga nada contra Solzhenitsin, con quien tengo pendiente retomar la lectura de Ivan Denisovitch e iniciar cuantas puedan caer en mis manos. Ojalá vinieran los rusos, y entonces el sopor que se apodera del politiqueo en los rifirrafes parlamentarios caería por su propio peso... que es mucho, vista la pesadez y/o pesadilla de algunos debates “de altura”.



“Que vienen los rusos” fue una de las ocurrencias más chisposas del aburrido y hastioso Pleno municipal del pasado jueves. Algún avispado de la bancada popular lo masculló justo en el momento en el que la señora Gualda se echaba una tapita de utopías y paraísos perdidos, cantando las virtudes de la nacionalización de la banca. Que sí, que la Constitución prevé la intervención del Estado en la economía. Pero también prevé el derecho a una vivienda digna, y ya ves, garajes reconvertidos a 300 euros y más te vale dar las gracias. O prestar el ano para que practiquen con él el medievo. Tú mismo. Con tu mecanismo.

Así que algún pepero de los 13 que hay en el Ayuntamiento (perdón, 12+1, que no están los muchachos de Cerdán y Bayod para meterles el dedo en la superstición), vio un bigote recortado en el asiento de IU, y se le apareció Tita Stalin. Con más sarcasmo que miedo al soviet, claro. El caso es que quienes allí estábamos, entre el séptimo bostezo y la quinta comprobación de las pilas de la grabadora, nos echamos una mal disimulada sonrisa. Hasta doña Charo aceptó el bajonazo de sus rivales con más buen humor que orgullo herido.

Pero punto. Tampoco vaya a pensar nadie que la cita política municipal próxima al Altozano es un festival del humor. Y eso es algo que Albacete no se puede permitir. No ya porque vaya a ser sede del Museo Nacional del Circo, que de por sí sería motivo suficiente. Sino porque, hecha como está a sacar pecho por sus opciones de futuro, ya es hora de que los políticos locales le peguen una lección a sus compañeros de gremio en el resto del Estado. O del país, como dicen algunos. O de España, como quieren algunos que digamos todos, invirtiendo la carga de la culpa y llamando acomplejados a quienes no sentimos el orgullo pueril y necio de la tela rojigualda (copón ya la casualidad: roja y Gualda. Mil disculpas por lo manido del chiste, pero por una vez estaba justificado).

Desde esta atalaya dichosa que es contar con columna, quiero hacer un llamamiento a la alcaldesa y a las y los concejales para que manden los discursos escritos a hacer puñetas. Para que implanten una normativa municipal que permita a los speakers pasar sólo con papeles de datos, para apoyar sus intervenciones, pero sin una sola frase legible. Un poquito más de coco y naturalidad, sin que todo tenga que ser un “que vienen los rusos”, le daría a los plenos una pinta muy apetecible. Y, quién sabe, lo mismo viene algún juntaletras de La 2 para contar lo ocurrentes y originales que somos en El Llano, y consigue colar el vídeo entre un documental de leones y una frikada científico-populachera.

Las razones son varias, y justifican la petición. Una, que no hay quien se crea su implicación con su función pública: los papeles escritos están para ser publicados; pero a los escenarios del parlamentarismo se debería ir a eso, a parlamentar, a charlar, a debatir, a intercambiar. A decir “que vienen los rusos” o “que vienen los adolfitos”, lo que sea, pero sin agachar como un necio la cara para leer un papel. Ya sé. Ya sé que en tiempos de tiquismiquis políticamente correctos eso es un riesgo. Pero sin riesgo no hay beneficio.

Segunda razón, también poderosa. Les considero perfectamente capaces de asumir el reto. Y seguro que la mayor parte de la ciudadanía también. El relativismo, el todo vale, el “lo mismo me da ocho que ochenta”, lleva a considerar que cualquier necio vale para político. Que no cuenten conmigo. No me parece que ninguno de los que parte el bacalao sea precisamente un papanatas. Por eso mismo, que desenfunden su arte de la oratoria, y envainen los discursitos preparados y las mociones de burocracia inflada y tecnicismo leguleyo y barbitúrico.

Tercer motivo, y éste de consumo interno: para que los que estamos a este lado de la barrera no nos acostumbremos a dar trascendencia de exclusiva a lo que está al alcance de cualquier ciudadano. Ojo: con la boquita chiquita para que no me pongan en la picota. Pero con el poquito de seriedad que me queda tras tragarme los bostezos del “a favor, a favor, a favor”, mientras mi “espíritu local” se descojonciaba del compromiso, por u-na-ni-mi-dad con los derechos humanos en... ¡¡China!! Ni.

Publicado el 5 de agosto Página 5

20080802

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Gajes de la partida de nacimiento

¿Y eso qué es?, me pregunta una hermosa muchacha días atrás, cuando le comento todo feliz y satisfecho mi última entrevista en el Foro de la Participación. ¿El qué? ¿De la qué? Pues vamos listos, me digo. Y me siento primera línea de batallón de infantería, todo ufano por defender la patria y la bandera, pero avistado por el enemigo como el primer paria dispuesto a caer malherido y ensangrentado, dando horribles alaridos de dolor. ¿Vanguardia social o ridículo informativo?



Don Miguel, que así llamo a Berrio más por algún café cómplice que por cuestión alguna de respeto, es de los que comentan lo mismo en público que en privado. Que el Foro del que es coordinador influye en la mitad, de forma directa o indirecta, y excluida la partida de personal, del Presupuesto Municipal. Cuando oye semejante cifra, al presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid se le hace el culo pepsi-cola. Y algún buen conocedor de las teorías de la participación te aparta y te matiza que un 50 por ciento es imposible, que ya será menos, que dónde va a parar.

Además, al Foro no le faltan críticos. Y digo críticos, no demagogos. Es decir, gente de mente abierta, constructiva, dialogante y enriquecedora, que te señala la fiscalización ejercida por el concejal de turno, muchas veces el mismo que deja a los populares de piedra cuando en un Pleno municipal inicia sus réplicas con un “¿y?” o con un “o no”. Tampoco faltan espíritus libres que ven detrás de las propuestas participativas la sospechosa mano negra de la guita fresca, contante, sonante y municipal.

Mi menda sabe que cuando habla de estas cosas corre el riesgo de la ignorancia del cunero. Y de ser llamado precisamente, además de ignorante, cunero. Ea. Gajes de la partida de nacimiento. Pero me da que la única forma de eliminar esas sospechas (quizá justificadas, quizá no), es fomentar el apellido del Foro. Esto es, que sea Participativo. Hablar de él. Sobre todo, cuando un caballero, un niño o una linda muchacha te preguntan: “¿Y eso qué es?”.

La existencia de una herramienta de participación es todo un regalo. No hablo de ésta necesariamente, ni de sus actuales responsables. O sí. Da lo mismo, porque no es ése el asunto: dice el refrán que las mentes chicas discuten sobre las personas, las promedio discuten sobre los hechos, y las grandes lo hacen sobre las ideas.

La idea de la participación es como el democrático derecho de ejercer el voto: demasiada sangre, demasiados desvelos, demasiado tiempo, derramados, consumidos e invertidos por nuestros antepasados, como para tirar por el retrete la opción. Será mínima, pero menos es nada. Y el camino contrario está demasiado explotado: uno piensa y 40 millones hacen. Si algo debe ser mejorado, no significa que se deba tirar la toalla. Esa es la idea. Lo demás sobra.


Publicado el 2 de agosto Página 3

20080730

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Burbujeante

Hoy dedico la entrada al buenazo de Manuel Ureste. No es que te quiera tanto, primo, es que ando sin tiempo (ya ves, casi un mes sin actualizar el blog).

Te comento. Apunta. Échate al carro de la compra próximo dos botellas de cava. A pesar de la crisis, lo peor está por llegar, así que malo sería que no tuvieras dos míseros billetes para comprar un par de botellas, que a razón de cinco pavos ya encuentras espumosos de canalla trajinera. Total, tampoco notarás una diferencia abismal si, por ejemplo, estás apuntado a la moda de esa infamia del lambrusco, el britnispirs de los vinos: chispeante, y con cuerpo bailón, pero con paladar de marketing.



Ponlas a enfriar. Pero bien frías. Y resérvate estas dos fechas para abrirlas: la primera, cuando te vayas a la puñetera calle; la segunda, cuando rehagas tu vida en el sector de las energías renovables; o en el de la biomedicina, que es lo que el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) acaba de recomendar a Europa, y sobre todo a España, para recuperarse del megafostión del ladrillo.

Mira tú por donde, va a resultar que Albacete con su solana, su Facultad de Medicina (con ex decanos asaetados y todo), su TLP para los chachiguais de los pilotos de la OTAN, y toda la vaina que se cuece en los congresos de la política, se va a convertir de aquí a 2050 en capital universal de la economía dinámica. Lo que yo te diga.

En lo que pasa entre que descorches la primera y abras la segunda, si por el camino no te han vaciado la nevera los cuatro millones de parados que va a dejar como herencia la egolatría de los créditos inmobiliarios, quizá tú, yo, y los cuarenta millones de santurrones que hacemos este país, nos demos cuenta de que no es plan de volver a hacer el canelo. De comérnoslas hasta que nos ha ido mal, y entonces poner a lamérnoslos.

No hace falta que te diga comernos las qué, y lamernos los qué: ya somos mayorcitos, aunque a veces no lo parezca; como cuando nos embarcamos en sopotocientos millones con la bazofia argumental de “que sí, que es una inversión, que nunca baja”. Pinchazo es a gatillazo lo que esta crisis a disfunción: mucho tiempo sin diagnóstico, y ahora pretendemos que se infle solo. No padre. No madre. No.

Te cuento el caso de un empresario. De nombre... Ferràn, por ejemplo, que suena cataluzo, como el cava. Se dedica a cualquier cosa relacionada con poner edificios en pie. Seguro que en su día contaba con 200 empleados, y una flota de vehículos que ni Briatore en los años buenos de Alonso. Hoy, Ferràn no pasa de los 20 curritos y no alcanza más que una quinta parte de la producción que necesita para cubrir gastos; su flota se reduce a dos fragonetas y un viejo diablo sobre ruedas, en el que además lleva a sus chiquillos al club de campo en las mañanas de domingo, mientras añora los lustros del Mercedes Q-P (coupe), con zapatos lustrosos y lustre de Torrente en la sesera. Aquí ha chegado el alma de la fiehta, y el Fary es Dios.

Ferràn tiene poca culpa, incluso cuando se emborrachó con cava (con qué si no), para celebrar la apertura de su nueva nave. Hablando de cava y de culpas, los catalanes tampoco tienen culpa, mal que le pese a los fantasmas de Pedro Jota Calvorota. Y menos aún tiene el empleado de la cecéme que en su día le soltó guita a Ferràn, para el chalet del primo segundo del ex cuñado de la tía Mari Trini. Pero mira nene, entre todos la mataron y ella sola se murió: ella, la economía de esta España acostumbrada a sobrevivirse en el cainismo, el ajusticiamiento de los nobles de corazón y la fusta de los nobles de carné.

Así que, puestos a morir, mejor morir con las burbujas puestas. De la burbuja vienes y en burbuja te convertirás, rezá el libro de cabecera de Martinsa-Fadesa. Con él hemos rezado durante diez años casi sin darnos cuenta, y ahora nos entra el típico complejillo moral del autocastigo: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Sí. Sí. Por nuestra culpa. “No puede seguir subiendo”, cuchichéabamos en el bar; “a ver si pillo la siguiente ganga”, presumíamos delante de los colegas. Queríamos ser leones alados y hemos quedado como enanos de circo. Nos conoce todo el mundo. Por pringaos.

A ver si es verdad aquello de una y no más, santo tomás, salvo para abrir las dos botellas propuestas. De momento ponlas a enfriar, y no sufras demasiado por la espera: al paso que vamos, la primera caerá antes de diciembre. Si Solbes dice que la cosa está “grave”, es para atarse los machos. Allá tú. Yo ya he pasado por el súper. Por si acaso.

Publicado el 29 de julio Página 5

20080701

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Muy, pero que muy tarde

Gol. Gol. ¡¡Gol!! A ver, si no, con qué palabra les engaño hoy para que sigan leyendo. Hale, pues sí, pues va de fútbol. Quizá no se lo parezca, pero se los juros que sí, que va de balompié, de cultura patria y de todas esas cosas que hinchan los corazones en las resacas de las eurocopas.



Como va de fútbol, permítanme que cometa penalty. Que ya lo entenderán. Digo, al momento presente, que están tardando todos esos, todos esos españolitos de mirada desviada y conciencia social fofa, todos esos que han alentado, consentido, espoleado y aplaudido que los jerifaltes europeos aprueben ciscarse en los derechos humanos de Moustafá, Sulaiman, Víctor Francisco y millón y pico de nuevos vecinos, por el simple hecho de no tener los papeles en regla. Que como todos ustedes saben es un delito que te rilas, un peligro para la seguridad que ni te menees, lorito. Entre un chorizo con recortada y un morito indocumentado, no sé ustedes, pero yo no lo dudo: me echo en brazos del caco, que es un santo al lado del otro. ¿Qué se habrá creído, viviendo en essssPaña y sin una ñorda papel que le acredite? Un aprovechao, fijo.

Están tardando, como digo, todos esos españolitos sin conciencia de clase, sin clases de Historia y sin memoria de pueblo mestizo; todos esos españolitos, y europeítos, que se creen muy importantes y muy señoritos porque tienen dos coches, una pantalla de plasma y un petardo diario en el asiento del curro, lamiendo traseros y agachando orejas, no vaya a ser que me receten las vacaciones sin fin, piensan, los muy tordos; todos esos fulanos de tal y pascual que se han hinchado en los últimos cinco, diez, quince años, a esputar sandeces: papá, me quitan el curro; mamá, me quitan las plazas de guardería; yaya, me quitan las camas del hospital; jopetas, me quitan las becas, y trafican con drogas, con armas o con mujeres. Y huelen mal. Y no se adaptan. Y erre que erre: qué se habrán creído, estos negros, estos sudacas, estos moracos.

Tardan, están tardando, y no van a reaccionar. Ni siquiera se dan cuenta. No se imaginan que pueda ir con ellos. Y además es que no tienen ni repajolera idea. “Que vengan, pero con papeles”, exabruptan. Venga, vale. Muy bien, chaval, te reto, te reto una y cien mil veces, a que salgas de España y trates de entrar, como si fueras extranjero, con los papeles en regla. A ver si puedes, listo. Porque va a ser que no, primo. Mira por dónde. Va a ser que venir como currito es decididamente imposible según de qué país procedas, y según qué es lo que sepas hacer. Pero es que, chato, allí o te mueres de hambre o te pegan un tiro. Qué dices. Venga, hombre, qué dices. ¿A que te quedas esperando tan ricamente? Pues no, claro: te buscas las habichuelas como sea y te embarcas en lo primero que pilles, se llame patera, camión o Aerolíneas Bolivarianas, y echas los dados a ver si sale siete. Total, a peor ya es imposible.

Dale. Ya estás en España. Y ahora viene otro espabilao a decirte que curres, pero legal. Vale, nene. Te cuento por encima: un empresario decide que necesita un puesto y que lo va a cubrir Boris, recién llegado y que, rediós, es ingeniero como no hay par. Pasos a seguir: consultar al INEM si hay nacionales para ese puesto; si la respuesta es negativa (cuando le llegue, que esa es otra), decirle al menda que sí, que se vuelva a su país, y que ambos, empresario y currante, se pongan de acuerdo a través de embajadas, consulados y similares. Total: seis mesecitos de nada. Que, como todo el mundo sabe, es un tiempo más que “prudencial” para la ley de oferta-demanda en el mercado de trabajo, en los tiempos globalizados que dicen que vivimos. ¿Globalizados? De pelotas. No será para la mano de obra, no. No precisamente.

No sé en qué parte del relato se parten ustedes el ojal. Yo desde el primer paso, ese de consultar al INEM (sorry, ahora se llama SPEE), si hay nacionales dispuestos. Pero, chorra, ¿no será mejor que un trabajo lo haga el más preparado, y no el que haya tenido la potra de nacer en un país? Cuidadín, que así empezó Adolfo en Alemania, años 20, y ya sabemos cómo acabó. Mientras, hay quien sigue tardando. Demasiado.

¿En qué tardan tanto algunos? En saber, ahora que están con los ojos llenos de pan por el golito (no fue golazo, no odamos la marrana) de Torres, y las dos o tres palomitas de Iker, que si su egoísmo, insolidaridad y putrefacción intelectual fueran aplicados por igual en todos los campos, Marcos Senna tendría que estar enchironado en un centro de acogida. Pero, claro, siempre ha habido clases. ¿Será eso, será que hay clasismo, en lugar de racismo? ¿Será que molesta más el pobre que el extranjero? Pues a lo mejor el siguiente paria es usted. ¿Piensa seguir tardando? Usted mismo.

Publicado el 1 de julio. Página 5.

20080617

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Pan y dignidad

Yo diría que nos hemos vuelto tarumbas. Una vez más. Allá cada cual, que es mayorcito y sabe lo que se hace, pero la psicosis colectiva en las gasolineras, alimentada además por la mala leche de la especulación con el petrodólar, es de juzgado de guardia. Ya nos vale, camaradas. Estamos dejando el sentido común, y juro que no pretendo hacer una rima fácil, a la altura del betún.



Hablando de sustancias que arden, mi menda prefiere encenderse por el jetamen que le echan los ministros de Trabajo europeos. O quienes les mandan, que son quienes les ponen la pasta vía comisiones y luego se rajan en brazos de papá Estado cuando las vacas flaquean un pelín (basta con que bajen del 30% de incremento del beneficio anual para que se echen a temblar, animalicos).

Visto que la vieja Europa no tiene ni la más mínima idea sobre cómo competir vía I+D+i, se han decidido a legitimar la vieja práctica de las horas extraordinarias. Leña al mono. Estudian si se amplía o no a 65 horas semanales el máximo de jornada laboral. Y en esta España de berzotas podemos darnos, ¡¡por una vez!!, con un canto en los dientes. Damas y caballeros, encabezamos la oposición a semejante dislate de la legislación laboral. Eso sí, también somos líderes en sudores no reconocidos, con lo cual no sé yo qué es mejor.

Ése es el debate: que se ponga luz y taquígrafos sobre una costumbre que es moneda de cambio habitual, o que se impida a toda costa dar carta de naturaleza a algo que per se es una perversión de las normas de juego que estableció el socialismo democrático para el Welfare State. Ni les cuento cómo le afecta esto al gremio informativo. Y al de los taxistas. Y al de los hosteleros. Y al del comercio. En fin, a cuál no en la España de colmillo retorcido y productividad a base de agachar el lomo.

Me parece digno de consideración, loable incluso, que cierto sector de la política se plantee barnizar de seguridad jurídica las dos situaciones por antonomasia de las horas extraordinarias, a saber: uno, la sobreexplotación en una o varias empresas, sin remuneración o con pagos en especies; dos, la disposición a título particular de más tareas, bien por capacidad profesional (caso de tantos leguleyos, escritores y demás semiburguesía liberal), bien por necesidad puramente fiduciaria (caso de los mileuristas, ochocientoseuristas o seiscientoseuristas, victoria española por goleada). Ahora bien, esa dotación de garantía jurídica no puede esconder, precisamente, las múltiples perversiones que se han tenido que dar la mano para llegar a esta situación límite: escaso margen de autocorrección del mercado, que además en el terreno laboral no goza precisamente de la misma libertad que en el financiero o el comercial (véase las limitaciones nacional-retrógradas a la mano de obra inmigrante); abuso de los incrementos en los márgenes de beneficios por vía de la contención salarial a perpetuidad; escasa adaptación de las estructuras productivas a soluciones de futuro; e incapacidad por parte de las instituciones continentales para recuperar las esencias de la Europa surgida del pacto social.

Hemos llegado al siglo XXI y sólo nos ha servido para que, de dicho pacto, no queden ni los guisantes. No. Aquí ya no hay pacto que valga, sólo la dentellada pura y dura. Hender el colmillo en el trozo más grande posible del pastel, y hacerlo sin mirar al vecino de al lado, que tiene el mismo miedo que cualquiera a quedarse sin manduca; y sin concesiones al que tiene menos capacidad adquisitiva y laboral, que ése tiene aún más hambre y por descontado resulta peligroso.

De ahí que, encima, esta Europa fofa y aburrida suelte un dineral en directivas de seguridad: para frenar al paria, al indigente, al indocumentado, al que no se conforma con morirse de hambre allí donde los recursos son esquilmados por nuestros amigos del otro lado del Atlántico, con la complicidad silenciosa de sus colegas, que somos nosotros. Matones made in USA y justificadores fait a l’Europe, contra los Muhammad y los Moustafa del barrio vecino pero pobre. Así nos va. Qué lástima. Qué vergüenza.

Miedo. Tanto miedo tenemos que, al final, puestos a dejar que cualquier mindundi con cartera ministerial pisotee los derechos conquistados con la sangre de nuestros bisabuelos, corremos a la gasolinera de la vuelta de la esquina, por si mañana no llega el camión cisterna. Qué más da si mañana alguien no llega al hospital porque, maldita sea, tenía otros quehaceres “el-día-de-llenar-su-depósito”. Ése no es mi problema, pensamos todos en comitiva, mientras rumiamos aquello de “estos machos cabríos, con lo que ganan, y nos cobran el gasóleo a precio de oro”.

Es que está a precio de oro, queridos, igual que los cereales. Igual que los derechos, que también son ya carne de especulador. Igual que la libertad. Y más caro que se pondrá el pan, y la dignidad, mientras no se nos quite el pavo de encima.

Publicado el 10 de junio. Página 5.

20080607

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Irak de medio pelo

O sea, que mintieron. Por mucho que lo quieran disfrazar de verdad a medias, o de exageraciones, o de milonga necesaria para la seguridad, mintieron. Cuatro años después, el Comité de Inteligencia del Senado de EEUU ha determinado que las autoridades de su país potenciaron la invasión de Irak, y para ello “presentaron una imagen a los estadounidenses sabiendo que es equivocada”.



Alguien tenía que dar de comer a Hallyburton y a todos los monstruos de los mejores amigos de sus amigos, y nada mejor que montarse un escarceo repleto de ardor guerrero en donde Cristo perdió el mechero. Es decir, por Bagdad.

A fin de cuentas, todo eran ventajas: una opinión pública anestesiada por el 11-S; un Sadam al que ya se le había tomado el pulso doce años antes; una comunidad internacional que, allende el excomunismo, y aquende el clientelismo, le iba a lamer la punta del zapato; y una superioridad bélica que potencia alguna ha conocido jamás. Guerra teledirigida y con prensa embedded, para asegurar que nadie da una versión discordante. Aunque se llame José Couso.

Lo curioso es que la demostración de la evidencia de ese atentado contra la legalidad internacional, no hace sino anotar un tanto a favor del mismo país que promocionó la masacre iraquí. Capaz de una guerra ilegal, pero también de poner sobre el tapete la manipulación sistemática para que la sociedad estadounidense se pusiera de parte del terror. Y, junto a ella, los gobiernos títeres de una coalición internacional sin parangón: España, Inglaterra, las repúblicas ex soviéticas y unos cuantos gobiernos sin peso en el orden político mundial. Pero supercolegas de los herederos de los invasores de Hanoi, Managua, Ciudad de Panamá, Kabul, Playa Girón, etc.

Que me vengan ahora los minisTrillos de turno, de turno de oficio, a recordarme los “beneficios” que iba a reportar aquella contienda. La dimensión internacional de España, el fortalecimiento de la democracia en los países árabes, la seguridad internacional y la guerra contra el terrorismo. Me horrorizaba entonces, y ahora me asquea, mucho más allá de la náusea. ¿No hay juicio para estos analfabetos de los valores humanos? ¿No hay juicio para estos sátrapas disfrazados de corderos humanitarios? ¿Para estos simpatizantes del horror gratuito? ¿Para estos esbirros que se persignan por la vida y la familia, y se pasan por el forro los derechos humanos de los parias? Para esta gentuza, ¿no hay juicio? ¿No cometieron perjurio y patrocinio del delito?

(Quiere la casualidad que anteayer deshice una caja con ropa medio olvidada. En mitad de las prendas amontonadas, di con una vieja camiseta elaborada por Médicos del Mundo, con el lema que un 15 de febrero de 2003 recorrió millones de gargantas: “No a la guerra”. Los de siempre, los esquiroles del derecho, nos tildaron entonces de bambis. Repetidlo ahora, si podéis. Sinvergüenzas.)


Publicado en Página 3. Sábado 7 de junio

20080602

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Brecht siempre llama dos veces

Primero fueron a por los inocentes, pero como él no era inocente, no le importó. Así que, puestos a elegir, chulería texana a un lado, e inviernos en páramos árabes con cobijos derruidos al otro, el Registrador de la Propiedad en funciones atajó por la mitad de la vereda. Y santiguó los pezuños encima de la mesa de su, entonces, líder cósmico. No vaya a ser que, por un ataque de humanitarismo a deshora, Chema me saque de la foto por haberle mentado la madre de Sadam. Que el año que viene, corría entonces el aguerrido 2003, el señor de la Botella elige sucesor imperial, y bastante mili llevo como para matar ahora moscas a cañonazos.



Por mí, como si los bombardean. Dicho y hecho, eso fue lo que pasó, querido, que los bombardearon. Y cayeron como chinches. Todo, dijeron, por un petróleo barato. Me mondo: a 130 pavos el Brent, y subiendo. Todo, por llevar la democracia a ese gran país de Oriente Medio. Me remondo: 30.000 bajas militares estimadas, y 40 veces más en muertes civiles. Atención: cuarenta. Es decir, la barbaridad de los 30.000 militares, repetido 40 veces.

Nasti. Luego fueron a por el amaño electoral, pero como él ya estaba amañado, no le importó. La obstinación de eso que mal llamamos islamismo, o yihaddismo, o salafismo, se había cebado una mala mañana de jueves con casi doscientos operarios. Vidas que acostumbran a aplazar, esconder o simular letras de pago, subsumidos en la miseria del ladrillo que los perros de presa de la especulación llevaban haciendo funcionar siete años. Y, ante esos doscientos silencios, no tuvieron más ocurrencia que ladrar los tres vocablos que, pensaron, les darían el Olimpo de San Jerónimo a perpetuidad: ha sido ETA, ha sido ETA, ha sido ETA.

Tanto se creyeron su cantinela, que no tuvieron reparo en alimentarlo, con todo tipo de retruécanos verbales y alguna que otra alimaña argumental, durante los meses y años venideros. Ha sido ETA; ha sido ETA casi todo; ha sido ETA más de lo que se piensa; ha sido ETA por lo menos la mitad; ha sido ETA fijo en algo; ha sido ETA o habría querido serlo; ha sido ETA porque me sale de los Losantos; ha sido ETA por los Ramírez de El Mundo entero. Y sepan ustedes que policías, guardias civiles, jueces, fiscales, periodistas sin bandera y todos los demás tordos son unos bobos que no se pispan.

Nones. Luego fueron a capitalizar a las víctimas del terrorismo, pero como él tenía capital suficiente (eso creía), tampoco le importó. Perpetraron un desvarío intelectual sin parangón en la historia de la lucha antiterrorista. Hicieron creer a la sociedad que las más de 800 víctimas de esas pulgas infectas que apuntan desde las instituciones, o que aprietan el gatillo en una mala esquina de cualquier preciosa localidad euskalduna, o el botón deflagrador ante cualquier cochambrosa casa cuartel de la Benemérita... que esas víctimas, como decíamos ayer, habían muerto por algo. Y que se les estaba “traicionando”. Por la espalda.

En mala hora alimentaron semejante dislate. Ése es el drama, damas y caballeros: que las 800 y pico víctimas del terrorismo etarra habían muerto, han muerto, precisamente, por nada. Qué más quisiera la inmundicia que tener una causa por la que haber matado. Murieron por nada: no son héroes, no son caídos; no repelieron un ataque, sólo los sufrieron. Por eso son víctimas. Porque de haber sido mártires, Alcaraz no habría presidido la AVT, sino la AMT. Con M de mártires; no con V de Víctimas... y de Vendetta, que es el camino por el que las pasiones encendidas del mejunje patriotero-victimario suelen conducir a las sociedades cegadas por el rencor.

Después fueron a por los medios de comunicación, pero como él no era un comunicador, tampoco lo importó. Así, se consintió que al carca Buruaga lo sustituyera el ultra Urdaci, tan tocado por los ce-ce-o-o que acabó de humorista de tercera fila junto a un crack como Ángel Llácer. Se consintió que en Telemadrid, doña Esperanza le pasara la mano por encima del hombro a profesionales con 25 años de experiencia: no me tratas como quiero, majete, así que tú mismo, pero déjate el sueño infantil de la independencia informativa. Y la de sangre azul por vía matriominal acabó ensartarndo varas rectales en los medios: plumas de plomo que, dicen, ahora andan junto a los primeros desengañados, endilgándole también las cuarenta a la lideresa madrileña. Pocos son los llamados a sobrevivir. Por muy de COPEte que se pongan.

Y, de pronto, los unos, los otros y los de más allá, decidieron que Rajoy no les servía. Fueron a por él... y, entonces, ya era demasiado tarde.


Publicado el 3 de junio. Página 5

20080523

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La verdadera inseguridad

¿Inseguridad ciudadana? Y un pimiento. Lo que hay es paranoia, mucha paranoia. Tanta, que rite tú de los pergeños comebabas de tanto pe(nd)ón negro que anda suelto por nuestras radios de Dios. Paranoia, y miedo. Titulares a punta pala: tenencia ilícita de armas, agresiones a vigilantes de seguridad, agentes del orden sin medios ni recursos... Claro que buena culpa la tenemos quienes firmamos, porque va en el negocio: si no le tocas al ciudadano el bolsillo, le tienes que tocar las pudendas. Eso, o no comerse una miajilla de audiencia.



Ojo, que hablo siempre de inseguridad tal cual la entienden las abuelitas que ven salir a sus nietos; o los padres que empiezan a ver a sus hijas en edad de empolvarse (la cara, o lo que se tercie). Sí, esa inseguridad de clase media enchufada al telediario chusco de las tres. Esa inseguridad no existe.

La que sí existe, en cambio, es fruto de otra inseguridad. La que genera el propio sistema, experto en arrinconar al individuo y alimentar borregos; capaz de apestar al diferente y diferenciar al apestado, mientras se nutre de hordas de encefalogramas cóncavos, más que planos.

Por ejemplo, acudir a diario al misal de las ocho horas de jornal sin saber si tu trasero está a salvo, o si ese día alguien ha colocado una carga explosiva de estrés, con algún ribete de hijoputez añadida, que nunca viene mal al caso. Por ejemplo, echarse una partida de aceite de girasol al carro de la compra, y luego resulta, jate tú, que viene de Ucrania; y como vivimos en una economía global, lo siento mucho chavalote, se nos escapó porque era prioritario vender y que la fábrica no parase. Eso es inseguridad.

Por ejemplo, operar a vida o muerte sin que nadie revise que en tu historial de las últimas 48 horas, acumulas más de 24 de servicio; y que por un mal temblor en un mal momento, te lleves por delante al paciente y te caiga una demanda de las de ciscarte por la pata abajo. Por ejemplo, y sin salir del gremio del quirófano, que tengas a bien buscar la máxima ausencia de dolor en un enfermo terminal, y que un grupúsculo de “legionarios” reconvertidos en no sé qué pantomima de defensa de la vida, te busquen las cosquillas en el juzgado y te arreen hasta en el carné del currículum profesional y de la trayectoria, hasta entonces dilatada y respetable. Eso es inseguridad.

Por ejemplo, que diez chupópteros con parné para fichar a diez mil leguleyos te pueblen la costa de chaletazos, y esquilmen los recursos acuíferos, marítimos y vegetales; y de aquí a unos años, cuando el mal se evidencie, si te he visto no me acuerdo, y todos criando malvas. Por ejemplo, que los fantoches de siempre no traguen con que alguien quiera instruir a los pequeños en los valores constitucionales, esos en los que nunca creyeron más que con la boca chica; y que ahora vayan de objetores de conciencia. Eso. Eso sí que es inseguridad.

Publicado en Página 3, 24 de mayo de 2008

20080421

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Ibas fino, fino... ¡Del revés!

Y catapum, chimpún, han pasado tres años desde que se echó el Vaticano a las espaldas. Vaya forma de celebrarlo que tiene el Santísimo: dejándose ese cuerpo serrano y alemán (achtung: tenía seis años cuando Hitler subió al poder), por la tierra del único gran imperio vivo, con permiso de la Nación del Islam: Estados Unidos. Los de América, por si hubiere dudas.



Además de aniversario oficial, el Inquisidor supremo ha cumplido 81 añitos de frescura y lozanía sin igual. Deben ser, son, los años de estudio teológico, la vida de erudito de las cosas de Dios, que es aquello que lo inmaterial vuelve material para que pueda ser aprendido. Ejemplo práctico: un credo se reza en el tiempo en el que se cocina un huevo pasado por agua. Pues eso: vestir de filigrana intelectual unas cuantas verdades indiscutibles que ya quisieran para sí los creadores de opinión (a), o los autores de la propaganda política (b). Que, a lo mejor y después de todo, resulta que (a) y (b) son la misma basura. Léanlo con la boca pequeña, que nunca se sabe quién está al acecho en el café de al lado de la barra.

El inquilino de San Pedro me ha vuelto a dejar medio tibio. Bluff. Le he visto a lo largo de todo el quinto día de la semana (el viernabadingo, como bien lo denomina mi buen y madrileño amigo Krusty), y tenía cierto rayito de esperanza, cierta fe de ex cristiano renqueante. El motivo: las consecuencias posibles del tour por la yankeelandia del bueno de Biendicho. (Adenda: el nombre papal latino del elemento, traducido alla brava, es como el apellido de don Carlos, el presidente de la Plataforma Popular Gay, el mismo que un corte de radio que circula por Internet convierte en verdad el rumor acerca de un gallego que manda mucho en el PP. Qué cosas).

No se me pierdan. Estábamos con Benedictus y su paseíllo con los globetrotters de la Curia. El dieciseisus de los Benitos romanos ha cerrado su glorioso periplo en la “zona cero” de Manhattan. Allí donde dos aviones tiraron por los suelos la imaginería del poder financiero. Y donde 3.000 inocentes pagaron con su vida las batallas de aquellos que nunca conocerán el olor de la sangre derramada. Por algo es irrebatible aquella máxima de que las guerras las organizan unos que se conocen pero que no se matan, y las realizan otros que no se conocen pero que acaban matándose entre ellos. Y si quieres saber más, alístate. Basta con echarle un vistazo a Farenheit 9/11 para saber cómo se las gastan los reclutadores de recursos humanos militares en los iueséi.

Como les decía, tenía cierta gana de ver cómo se las gastaba en la broma nacional dirigida por G.W. Bush el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Lo mismo, pensé, le da por pegarle un tirón de orejas: oye, tito, mira que te digo, en Irak ya han caído tantos como en tus queridas Twin Towers, y ya no te tiembla el pulso como aquel fatídico martes, cuando estabas leyendo un libro de cuentos infantiles. Y lo leías ¡del revés! Ibas fino, fino. Vaya chutazo que te dio la noticia: “América está siendo atacada”.

Lo mismo, se me ocurrió al ver las imágenes del Papa en la ONU, le recuerda al vaquero texano que su país se ha saltado a la torera taytantas resoluciones de las Naciones Unidas que le piden a Israel que relaje la pestaña. O le mete en la llaga del costado el molesto recuerdo de la 1441, de la que se escojonciaron cuanto quisieron los amigos de la guerra y algún que otro difunto actor, que en paz descanse, que confundía el onanismo con la Asociación del Rifle.

Y no. Ratzinger va y se despacha con un rezo “por los que fallecieron y por los que sufren las consecuencias de la tragedia que tuvo lugar en 2001, y por Estados Unidos, para que el futuro traiga una mayor solidaridad, un creciente respeto recíproco y una renovada fe”. Ahí, con un par. Como ha acostumbrado a hacer la de Babilonia desde hace 1.695 años, cuando descubrió en Milán qué podía pasar si alguien se ponía del lado de quien corta el bacalao. Y tan tranquilo. Aquí no ha pasado nada. Con tanto cristiano que se partió la cara, y que se la parte hoy, para combatir las injusticias.

Por si no tenía suficiente, don Joseph se congratula por haber sido “testigo de la fe y la devoción de la comunidad católica de esta nación”. Fe en la moralina, devoción de carne quemada en cada corredor de la muerte. Y esto era el amor al prójimo como a uno mismo.

Eso, Benedicto. Tú, a lo tuyo. No vaya a ser que alguien te confunda con la saga Bin Laden. De hecho, no lo harán: la familia de Osama tiene infinitas más opciones de influir en la política estadounidense que tú. Business are business. Así que sí. Mejor, sigue rezando.


Publicado el 22 de abril de 2008. Página 5

20080414

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Capitán. Mande firmes

Sólo le queda ser negra. Y, encima, pasando revista el Día de la República. Con un par de chacones. Y no será por falta de colores: roja, verde y morada, dicen. Lo de roja me da un poco de risa: rojos, rojos, lo que se dicen rojos, no quedan ni los imitadores de posteridad del príncipe Kropotkin, ahora que ese nombre lo es más de grupo modernito electrónico meterruidos que de vestigio del anarquismo.



De cara a la foto y el borrego (ups, ep... el votante), decir que uno es sandía (rojo por dentro, verde por fuera), no está mal del todo. A Schröeder le funcionó hasta que Zapatero se ciscó en las opciones de Merkel. Con lo experto que es el muchacho de ojos azules en desviar el tiro, el amigo Gerhard empezó a preparar bártulos el mismo día que Zapatitos largó su pronóstico para los teutones.

Rojo, risa. Verde, pues bueno, pues de acuerdo. Hoy en día ser algo verdoso es casi tan aséptico como comprarse un aparato de TDT. Tiene poco de moderno y no digamos ya de revolucionario, pero al menos es funcional. Si no eres algo ecologista, aunque sea la puntita, pues no sintonizas. Se te ve casposillo, fofón de ideas, extrañamente friki, como fuera de la vida y del mundo. Desde la Juliana de Valeriano Belmonte, hasta la Rocío de Joaquín Sabina, todos te van a pegar un repaso de cuidado.

Rojo, risa. Verde, aséptico. Morado, pues un poco más de lo mismo. Hoy es morado, o sea, feminista, hasta el más carca de los Legionarios de Cristo. Lo de la mujer en la cocina, cuando se trata de hablar al exterior, no se le ocurre ni al más torpe de los machorros. Que los hay, por no hablar de la cantidad de señoronas bienpensantes, o de víctimas sociales de baja estofa, que por falta de educación y de autoestima tragan con carros y carretas. Desertoras de sus propios derechos personales que suman, sin saberlo, su ignorancia a la ignominia.

Pero que sean de postín, no quita que a doña Carme (y no Carmen, lo siento mucho por los de la urticaria con Els Paisos), no se le identifique con esos colores. Sociata, ecologista y feminista. Por no sumar: arco iris, de la paz; senyeril, por catalana. En fin. Qué divertido imaginarse a tanto chusquero, de los de adarga antigua y maltrato a la soldadesca, poniendo el grito en el cielo por el nombramiento de la ministra. “Pepe, qué vergüenza, dónde vamos a llegar, con lo que tenemos que aguantar y ahora ésta de jefa nuestra, vaya unas fuerzas armadas de pacotilla, yo me borro”.

Pues que se borre. Da alegría comprobar que al final va a ser verdad aquello de que la política evoluciona, las sociedades cambian, los pajarillos cantan y las nubes se levantan. Si alguien siente que le han metido una flor en el culo, como le pasó el día que se aprobó el divorcio express, o que se decidió llamar matrimonio a lo de los muchachos que quieren a los muchachos o las mujeres que desean a las mujeres, ése es su problema.

“Capitán. Mande firmes”, ordenó la ministra. Y el capitán mandó. Y su gleba armada se puso firme. Ojalá fuera verdad lo que añadió su antecesor José Antonio Alonso: que todo se ha hecho en un ambiente de total normalidad. Nones. Me lo creo tanto como la rojez de Chacón y sus compañeros de filas. Que traguen, pase; pero no les veo aplaudiendo, por mucho que me aseguren que el ejército ya no es el de los tiempos del fusil con mirilla desviada de Manolo Manzaneque. También había cambiado la Guardia Civil, y por lo pronto quienes pusieron a prueba la buena disposición de los mandos se chuparon 13 semanas de suspensión de empleo y sueldo. Ne. Ponte tú a pasarlo.

Por eso es que sólo le faltaba ser negra. O marroquí. O ecuatoriana. Y además lesbiana, y a poder ser casada en el Ayuntamiento de un pueblo conservador y cerril. Pero no conviene abusar. Bastante es con el susto que, por el momento presente, se habrán llevado quienes pensaron que las cosas de matar sólo tenían voz de mando rasposa y plagada de testosterona. Oiga, no. Estamos en el siglo XXI, y algunos empezamos a creernos que nuestros administradores también se lo están creyendo. Crucemos los dedos.

Crucemos los dedos, y que llegue todo el aire fresco que se necesita: Papas de Roma que den su bendición al preservativo, show business que busque algo más que el espectáculo con moralina, presidentes de patronal que no miren con ojos de petrodólar, un Nelson Mandela por cada desgraciado país africano, jeques arábigos a los que no reciban mequetrefes encorbatados... Me llamarán iluso, pero quién nos iba a decir, hace sólo diez años, que al frente de Defensa hubiera una mujer. Tiempo al tiempo.

Publicado el 15 de abril de 2008. Página 5