En tres retazos

Al mismo que me condena Articulos de Alfonso Piñeiro, publicados en cualquier soporte,
con memoria o sin fortuna, que llegaron o que no quisieron quedarse...
y algún experimento de periodista que busca su espacio en la red

Facebook / Twitter

Confidencialba Mi actual proyecto profesional, del que soy editor.
Sus principios son independencia, crítica, certeza e información.

También en Twitter y en el desaparecido Soitu.es

ContraTitulares Primera experiencia blogger.
Única referencia durante mucho tiempo con ese término en Google.
La aventura terminó cuando dejé Madrid por Albacete... pero cualquier día regresará

Adios, Madrid

20080421

Ibas fino, fino... ¡Del revés!

Y catapum, chimpún, han pasado tres años desde que se echó el Vaticano a las espaldas. Vaya forma de celebrarlo que tiene el Santísimo: dejándose ese cuerpo serrano y alemán (achtung: tenía seis años cuando Hitler subió al poder), por la tierra del único gran imperio vivo, con permiso de la Nación del Islam: Estados Unidos. Los de América, por si hubiere dudas.



Además de aniversario oficial, el Inquisidor supremo ha cumplido 81 añitos de frescura y lozanía sin igual. Deben ser, son, los años de estudio teológico, la vida de erudito de las cosas de Dios, que es aquello que lo inmaterial vuelve material para que pueda ser aprendido. Ejemplo práctico: un credo se reza en el tiempo en el que se cocina un huevo pasado por agua. Pues eso: vestir de filigrana intelectual unas cuantas verdades indiscutibles que ya quisieran para sí los creadores de opinión (a), o los autores de la propaganda política (b). Que, a lo mejor y después de todo, resulta que (a) y (b) son la misma basura. Léanlo con la boca pequeña, que nunca se sabe quién está al acecho en el café de al lado de la barra.

El inquilino de San Pedro me ha vuelto a dejar medio tibio. Bluff. Le he visto a lo largo de todo el quinto día de la semana (el viernabadingo, como bien lo denomina mi buen y madrileño amigo Krusty), y tenía cierto rayito de esperanza, cierta fe de ex cristiano renqueante. El motivo: las consecuencias posibles del tour por la yankeelandia del bueno de Biendicho. (Adenda: el nombre papal latino del elemento, traducido alla brava, es como el apellido de don Carlos, el presidente de la Plataforma Popular Gay, el mismo que un corte de radio que circula por Internet convierte en verdad el rumor acerca de un gallego que manda mucho en el PP. Qué cosas).

No se me pierdan. Estábamos con Benedictus y su paseíllo con los globetrotters de la Curia. El dieciseisus de los Benitos romanos ha cerrado su glorioso periplo en la “zona cero” de Manhattan. Allí donde dos aviones tiraron por los suelos la imaginería del poder financiero. Y donde 3.000 inocentes pagaron con su vida las batallas de aquellos que nunca conocerán el olor de la sangre derramada. Por algo es irrebatible aquella máxima de que las guerras las organizan unos que se conocen pero que no se matan, y las realizan otros que no se conocen pero que acaban matándose entre ellos. Y si quieres saber más, alístate. Basta con echarle un vistazo a Farenheit 9/11 para saber cómo se las gastan los reclutadores de recursos humanos militares en los iueséi.

Como les decía, tenía cierta gana de ver cómo se las gastaba en la broma nacional dirigida por G.W. Bush el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Lo mismo, pensé, le da por pegarle un tirón de orejas: oye, tito, mira que te digo, en Irak ya han caído tantos como en tus queridas Twin Towers, y ya no te tiembla el pulso como aquel fatídico martes, cuando estabas leyendo un libro de cuentos infantiles. Y lo leías ¡del revés! Ibas fino, fino. Vaya chutazo que te dio la noticia: “América está siendo atacada”.

Lo mismo, se me ocurrió al ver las imágenes del Papa en la ONU, le recuerda al vaquero texano que su país se ha saltado a la torera taytantas resoluciones de las Naciones Unidas que le piden a Israel que relaje la pestaña. O le mete en la llaga del costado el molesto recuerdo de la 1441, de la que se escojonciaron cuanto quisieron los amigos de la guerra y algún que otro difunto actor, que en paz descanse, que confundía el onanismo con la Asociación del Rifle.

Y no. Ratzinger va y se despacha con un rezo “por los que fallecieron y por los que sufren las consecuencias de la tragedia que tuvo lugar en 2001, y por Estados Unidos, para que el futuro traiga una mayor solidaridad, un creciente respeto recíproco y una renovada fe”. Ahí, con un par. Como ha acostumbrado a hacer la de Babilonia desde hace 1.695 años, cuando descubrió en Milán qué podía pasar si alguien se ponía del lado de quien corta el bacalao. Y tan tranquilo. Aquí no ha pasado nada. Con tanto cristiano que se partió la cara, y que se la parte hoy, para combatir las injusticias.

Por si no tenía suficiente, don Joseph se congratula por haber sido “testigo de la fe y la devoción de la comunidad católica de esta nación”. Fe en la moralina, devoción de carne quemada en cada corredor de la muerte. Y esto era el amor al prójimo como a uno mismo.

Eso, Benedicto. Tú, a lo tuyo. No vaya a ser que alguien te confunda con la saga Bin Laden. De hecho, no lo harán: la familia de Osama tiene infinitas más opciones de influir en la política estadounidense que tú. Business are business. Así que sí. Mejor, sigue rezando.


Publicado el 22 de abril de 2008. Página 5

0 alegatos:

Publicar un comentario