En tres retazos

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Adios, Madrid

20080414

Capitán. Mande firmes

Sólo le queda ser negra. Y, encima, pasando revista el Día de la República. Con un par de chacones. Y no será por falta de colores: roja, verde y morada, dicen. Lo de roja me da un poco de risa: rojos, rojos, lo que se dicen rojos, no quedan ni los imitadores de posteridad del príncipe Kropotkin, ahora que ese nombre lo es más de grupo modernito electrónico meterruidos que de vestigio del anarquismo.



De cara a la foto y el borrego (ups, ep... el votante), decir que uno es sandía (rojo por dentro, verde por fuera), no está mal del todo. A Schröeder le funcionó hasta que Zapatero se ciscó en las opciones de Merkel. Con lo experto que es el muchacho de ojos azules en desviar el tiro, el amigo Gerhard empezó a preparar bártulos el mismo día que Zapatitos largó su pronóstico para los teutones.

Rojo, risa. Verde, pues bueno, pues de acuerdo. Hoy en día ser algo verdoso es casi tan aséptico como comprarse un aparato de TDT. Tiene poco de moderno y no digamos ya de revolucionario, pero al menos es funcional. Si no eres algo ecologista, aunque sea la puntita, pues no sintonizas. Se te ve casposillo, fofón de ideas, extrañamente friki, como fuera de la vida y del mundo. Desde la Juliana de Valeriano Belmonte, hasta la Rocío de Joaquín Sabina, todos te van a pegar un repaso de cuidado.

Rojo, risa. Verde, aséptico. Morado, pues un poco más de lo mismo. Hoy es morado, o sea, feminista, hasta el más carca de los Legionarios de Cristo. Lo de la mujer en la cocina, cuando se trata de hablar al exterior, no se le ocurre ni al más torpe de los machorros. Que los hay, por no hablar de la cantidad de señoronas bienpensantes, o de víctimas sociales de baja estofa, que por falta de educación y de autoestima tragan con carros y carretas. Desertoras de sus propios derechos personales que suman, sin saberlo, su ignorancia a la ignominia.

Pero que sean de postín, no quita que a doña Carme (y no Carmen, lo siento mucho por los de la urticaria con Els Paisos), no se le identifique con esos colores. Sociata, ecologista y feminista. Por no sumar: arco iris, de la paz; senyeril, por catalana. En fin. Qué divertido imaginarse a tanto chusquero, de los de adarga antigua y maltrato a la soldadesca, poniendo el grito en el cielo por el nombramiento de la ministra. “Pepe, qué vergüenza, dónde vamos a llegar, con lo que tenemos que aguantar y ahora ésta de jefa nuestra, vaya unas fuerzas armadas de pacotilla, yo me borro”.

Pues que se borre. Da alegría comprobar que al final va a ser verdad aquello de que la política evoluciona, las sociedades cambian, los pajarillos cantan y las nubes se levantan. Si alguien siente que le han metido una flor en el culo, como le pasó el día que se aprobó el divorcio express, o que se decidió llamar matrimonio a lo de los muchachos que quieren a los muchachos o las mujeres que desean a las mujeres, ése es su problema.

“Capitán. Mande firmes”, ordenó la ministra. Y el capitán mandó. Y su gleba armada se puso firme. Ojalá fuera verdad lo que añadió su antecesor José Antonio Alonso: que todo se ha hecho en un ambiente de total normalidad. Nones. Me lo creo tanto como la rojez de Chacón y sus compañeros de filas. Que traguen, pase; pero no les veo aplaudiendo, por mucho que me aseguren que el ejército ya no es el de los tiempos del fusil con mirilla desviada de Manolo Manzaneque. También había cambiado la Guardia Civil, y por lo pronto quienes pusieron a prueba la buena disposición de los mandos se chuparon 13 semanas de suspensión de empleo y sueldo. Ne. Ponte tú a pasarlo.

Por eso es que sólo le faltaba ser negra. O marroquí. O ecuatoriana. Y además lesbiana, y a poder ser casada en el Ayuntamiento de un pueblo conservador y cerril. Pero no conviene abusar. Bastante es con el susto que, por el momento presente, se habrán llevado quienes pensaron que las cosas de matar sólo tenían voz de mando rasposa y plagada de testosterona. Oiga, no. Estamos en el siglo XXI, y algunos empezamos a creernos que nuestros administradores también se lo están creyendo. Crucemos los dedos.

Crucemos los dedos, y que llegue todo el aire fresco que se necesita: Papas de Roma que den su bendición al preservativo, show business que busque algo más que el espectáculo con moralina, presidentes de patronal que no miren con ojos de petrodólar, un Nelson Mandela por cada desgraciado país africano, jeques arábigos a los que no reciban mequetrefes encorbatados... Me llamarán iluso, pero quién nos iba a decir, hace sólo diez años, que al frente de Defensa hubiera una mujer. Tiempo al tiempo.

Publicado el 15 de abril de 2008. Página 5

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