En tres retazos

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Adios, Madrid

20100322

Costumbrismo sobre raíles

Confidencialba. La columna del editor. Imagen: elmundo.es


La verdad es que ser español se convierte, en ocasiones, en un ejercicio diario de ciudadano coraje. Si te cuento, coliflor, que este puñetazo verbal me lo inspira de nuevo la Renfe, tienes todo el derecho del mundo mundial a mandar a paseo a esta servidora. Porque no sería la primera vez ni –seguro, a este paso– tampoco la última. Mis colegas los ferroviarios son como las añadas vinícolas de cuando no existían sumilleres chic, ingenierías agrícolas ni Cristo que los fundó: que un septiembre te salían excelentes y al siguiente servían como desatascador. Pues igual, pero de un día para otro.

La cosa es como sigue. Aquí mi menda tiene previsto viaje Albacete-Madrid para la tarde de un día. Pero como debe algún café y alguna honrilla en la capital del Llano, no le queda más que llamar al 902 de turno para que le cambien el billete. Para la mañana siguiente. Salvando la mala baba de tener que llamar a ese impuesto revolucionario legal que son los 902, manos arriba, la bolsa o la vida, hay que reconocer que los muchachos y las muchachas renferas, y su administrador de infraestructuras (ADIF), se lo tienen bien currado: tres minutos, nuevo localizador y una penalización de 3,45 euros. Fetén. Salvando, ya digo, el 902 y… el muy mejorable entendimiento de su página web con los estándares de Internet. Pero esto último es carnaza de tecnicismos, y no quiero aburrirte, coliflor mía.

Así que, de momento, puturrú de fua. Pero... como decía mi colega el músico digital –no toca un instrumento a derechas, el tío, pero tiene una jartá de oído–, “siempre hay un pero”. En realidad hay varios “peros” cuando uno pisa la estación provisional de trenes del harvar manchego. Entre ellos, el peaje que tuvieron que pagar siete empleados de la extinta cafetería de la antigua estación para que el progreso se abriera paso en forma de máquinas expendedoras, bocadillos de plástico, latas de jugos de colores y un kiosco franquiciado. No me repliques, maricoliflor, que aquella cafetería era cochambrosa y que hasta las moscas huían del inframundo que concitaba. Eso ya lo sé. Pero si ese era el problema –que va a ser que no–, cerrarla tampoco era la solución adecuada. Que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

El caso es que tragamos con todo. Yo mismo, querida, cuando me personé a la mañana siguiente en la estación me eché al cuerpo un combinado de leche y frutas en forma de tetra brik mini, pagado con lo que no me había gastado la tarde de antes –no me dejaron invitar al café, ventajas de la militancia en el INEM, digo yo–. Y me lo tragué. Tanto el zumo... como el pequeño estertor de conciencia proletaria que le queda a servidora, después de haber conocido diferentes versiones de la rosa y el puño socialistas, y hasta del palomo cojo del PP. Y si me apuras, de la sirena de ambulancia electoral: IUIUIU. Volviendo al relato, acababa de pasar por elautochecking, o como quiera que se escriba, y pa quitarse el sombrero, oyes: número de localizador, impresión, billete en mano. En menos de un minuto marchando billete oído máquina, y con estas manitas. De vicio, el progreso. A pesar de los pesares de la cafetería. Qué quieres que te diga. Cómo quieres que te lo pinte, si no.

Pero… –así, con puntos suspensivos me lo decía el músico; así que repetimos–: pero… cuando la que ahora te entretiene ya se las prometía felices, justo antes de pasar el control de rayos y toda la vaina, va y me aparece una sonriente, presta y disciplinada empleada de la empresa, para decirme que me olvide de lo que está impreso en el billete que tan solazado acabo de retirar de la máquina. “Es que han cambiado la plataforma –me suelta sin pedirme disculpas–, y ahora ya no vale. Ni tu coche ni tu asiento. Tienes que subir entre los coches 14 y 20 y sentarte donde haya un asiento libre”. Pero así tal cual, coliflor. Del 14 al 20. Y al bollo. El vivo. El muerto al hoyo. ¿Y no les ha dado tiempo de cambiarlo?, inquiero. “Es que no nos han avisado”. Con tiempo, se entiende.

Así que ya en el control de rayos –y centellas, que diría el capitán Haddock, mil millones de trillones de rayos y centellas, panda de bachibozuks–, mascullo algo tipo tié huevos que esta gente siempre me dé una excusa para escribir algo. Pues estaba dispuesto a pasarlo por alto, como lo de la cafetería, como lo del 902. Pero estáte ahí. A la hora prevista el Alaris hace acto de presencia, y los que nos creemos más listos que Santo Tomás de Aquino contamos: el 20, el 19… aquí para el 18… me voy unos metros más allá, donde no esté todo el personal apelotonado, a subirme en el 14 o en el 15.

Y allá que vamos cuatro infelices: el 18, el 17… ¡Carape, el 6! Oiga, ni el 16, ni el 15, ni el 14; ni toda la ristra de vagones que faltan hasta el 6. Es decir, que “del 14 al 20” nasti de plasti. Del 17 al 20, que es así como la mitad. Imagínate el pastel, mariflor, armados con maletas y sueños de puente –perderlos no es condición sine qua non de la condición sociolaboral de esta crisis de cinco millones de parados y cinco ricachones complacientes–, ahí nos ves al medio centenar, o más, de supervivientes del páramo, repartidos como a cada cual le dé a entender la sesera, para andar segundos después con la cantinela de que es triste de pedir, pero más triste es de robar: ¿está libre este sitio? ¿Hay alguien aquí sentado? ¿Tendría problema si…?

Ya ves, drama ninguno, coliflor. Sólo faltaría. Bueno, cariño, te dejo que aunque sea festivo quiero ver si hay novedades con lo de los ultras que quieren empurar a Baltasar. O con el buenazo de Roldán, que ahora es un santurrón para toda la prensa que lo utilizó como ariete para cargar contra Felipe –otro que tal–. O a leer a mi primo Marc Vidal, que nos cuenta las verdades del barquero de la economía, puntito mesías salvador, sí, pero valiente y tocapelotas, que falta nos hace. Sobre todo con lo que no nos quieren decir de la infartante deuda público-privada, como la que me han dicho le ha col(oc)ado Castilla-La Mancha al Santander –o Botín a la Junta de Comunidades, ves y busca–. O con tantísimas otras cosas por las que se hace tan cuesta arriba, como te decía al principio, tan de chirigota, tan de greguería, tan de sainete, quererse como español.

Que te vaya bonita la mañana, y besos a tu Paco. Dile que castos, no me mires así, que ya sabes que me lo conozco, por más que sea tu hombretón.

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